Por Miguel Ángel Avilés Si un día el pueblo se aferra y se expresa a mi favor, por sobre todas las cosas, para que me postule como aspirante y luego candidato a la presidencia de la República, solo le pondría como única condición que mi publicista, estrategas de comunicación o márketing, productores, propagandistas, mercadólogos o como se llamen, seré yo mismo o no acepto. Sobre aviso no hay escaño. Es que si de por sí ya es bastante andar del tingo al tango en una campaña, con la garganta cerrada por tanto mitin, sufrir los embates de tus adversarios, enrojecerte por eso que te sacó la prensa conservadora que ni tus biógrafos sabían, para tener que ponerte en manos de un experto en transmitir mensajes pero que lo único que se le ocurre es mostrarte ante el electorado como un marginado, venido del subsuelo de la pobreza, que solo tenía unos centavos para andar en camiones, ni siquiera en taxi o, como para que el mundo entero, identificado con ese abnegado sufrimiento, se compadezca de uno y sea esa la razón por lo que te den el voto, antes que por tus ideas o proyecto de trabajo. Eso déjenselo a La Academia o Juguemos a Cantar, con Juanito Farías y su caballito de palo o no, en donde se escogen, de preferencia y antes que pensar en su talento, a esos aspirantes cuya abuelita vendía elotes tatemados en un anafre, afuera de su casa, hasta antes que la atropellara esa patrulla cuando hacían una redada o sus padres se divorciaron al año que el futuro artista nació o tienen un hermano que radica en estados unidos y no lo ven desde que la explosión de un cilindro de gas acabó con su casa y los tres perros que tenía. ¿Me entienden? No estoy dispuesto a que se me oferte como quien forjó su vida a punta de calamidades, por más que así haya sido o no, pues el electorado tiene el derecho a saber que, aparte de venir desde abajo , que viviste en una casa que tenía más goteras en el techo que estrellas en el cielo y que pedíamos fiado en la tienda de la esquina, también has logrado muchas cosas y que como estudiantes y que como profesional y ciudadano, rico o pobre, tienes algo que ofrecer a un país que requiere de gente capaz, obsesionado por la congruencia entre el decir y el hacer, liberado de taras ideológicas, antes que pasarse toda una campaña y seis años después, actuando como un miembro o una miembra de una clase que si bien pudiste salir de ella, ya es tiempo de que la dejes en paz y te valgas por ti misma y por tu verdadera capacidad, sin más imposturas y simulaciones. Yo no quiero eso. Pero si tú sí “has cometido el pecado goloso del postureo. Te has dejado seducir por el aplauso fácil y la sonrisa cómplice de tus seguidores”. Para no recibir esos calificativos al caer en tan artificial correteo, mejor pinto mi rayita, antes que, ya nombrado candidato, se me acerque un tipo y me empiece a dar instrucciones, con videograbadora en mano, respecto a cuántas veces al día tengo reír y como reír, que nuevo peinado debo de usar, que tan carita buena debo mostrar, a qué colonia de la periferia tengo que ir y ponerme campechano con la raza de la cuadra o los adultos mayores de sombrero que están en la banqueta afuerita del changarro o a que niño con manchas en la cara debo de agarrar en los brazos, haciéndole inoportunos cariños aunque se ponga a llorar. Pero es, únicamente, por sí un día el pueblo se aferra, dije, lo cual puede que no ocurra nunca y por lo pronto ya no será para este 2024, algo que lo puedo firmar ante notario para no retractarme y ustedes, a su vez, pueden ir a decírselos a los ya destapados aspirantes o aspirantes, con tal de que les vuelva el alma al cuerpo y tengan la seguridad, para bien de una eventual caída de sistema y todo eso , que no me verán en las boletas, como si se les hubiera aparecido Juan Diego. Esto lo dicen mejor Los Tucanes, sumados ya, por cierto, a mi equipo de campaña: Es mi amor platónico* Es la fruta prohibida Pero sé bien que es imposible Tu reelección y la mía Pero te adoro en silencio Desde lejos, urna mía. Porque así no. Que se oiga fuerte y claro: no Ahora bien, si no queda de otra y el delirio popular se impone , divinizándome con óleo , para enseguida imponerme, irremediablemente, a ese o esa que me hará un spot igual de ridículo como el de tan honorable señor, Don Dante Salgado o mi compa Bertha X, yo me salgo del juego y declino a favor de cualquier otro. Es más, de ser así, que desde ahorita me den por muerto. "Cómo voy a ser candidato si tengo un juicio pendiente" diría un tío mío A mí, repito, que me den por muerto. Si es que se aferran a imponerme a esos señores, insisto. Dios guarde. No, no y no. Ya me veo yo cantando mi propio jingle, según ellos muy original: Es mi orgullo haber nacido En el barrio más humilde Alejado del bullicio Y de la falsa sociedad Yo no tengo la desgracia De no ser hijo del pueblo Yo me cuento entre la gente Que no tiene falsedad . Si, como no, para que luego me digan, al final del sexenio, que es lo que más tengo. ¡Lucita era de la costa de Charco Azul Maria Inés Estela era de Reynosa las más brava de las tres decía yo pierdo la vida antes que a Micky Avilés. En lugar de corrupto, me acusarían de plagio Ya me ve yo, en pleno corazón de la Colonia Los Olivos de un lugar cuyo nombre siempre quiero acordarme, con la ropa menos aspiracional que tenga, humildito, esperando un camión, llueva o no, pero eso sí: muy risueño . Fingido pero muy risueño hasta que el equipo del publicista, estrategas de comunicación o márketing, productores, propagandistas, mercadólogos o como se llamen, diga coóorte y pase a cobrar, satisfecho, orgulloso de su tanta creatividad pero sin ninguna posibilidad de llegar nunca, a portar la banda de la presidencia de la República. No, definitivamente no quiero. Al menos que buscáramos un punto medio y aceptando, otras más fueran mis condiciones: Acepto pero no quiero subirme a una batanga como aquel candidato que ya lo andaba atropellando un camión urbano y que a los días, le revocaron la candidatura. Acepto, pero ni por salvar la patria entera me pongan a bailar ningún día ni en mi cierre de campaña y sobre todo que no me pidan que baile como lo hizo Pancho Burquez cuando aspiró a gobernar esta capital. Acepto pero no comeré chiles güeritos ni dormiré en catre en una casa ajena de una colonia pobre así como lo hizo una vez otro aspirante y aparte de que no ganó, le pegó dengue. El ridículo es de quien lo trabaja y no pienso andar litigando derechos de autor con nadie, menos con mi publicista. Concedido todo, ahora llega el momento de ensayar: Él me dirá que, si me dejo querer, y me pongo flojito y cooperando, en un abrir y cerrar de ojos puedo llegar a los cuernos de la luna y de palacio nacional, salto a presidir la ONU, UNICEF, o mínimo la FEMEXFUT o la FIFA. Yo, por mi parte, sin haber perdido todavía la lucidez, le solicitaré que me garantice, por su santa madre, una última cosita y ya: Que no termine preso en Almoloya. Con eso nomás. Asegurado esto, ni para donde hacerme. Venga pues : ¡SÍ, PROTESTO! “Amor platónico” - Los Tucanes del Norte
0 Comments
Leave a Reply. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
July 2024
|