Por Miguel Ángel Avilés
Uno cree que lo imposible nunca habrá de suceder. Se piensa por ejemplo, que a la hora de enfrentarse a los malos , los que encarnan a los buenos o al bien, siempre habrían de estar juntitos , por los siglos de los siglos, amén. Uno cree. Al menos hasta el día de ayer así lo consideraba este que escribe y ustedes seguramente , también, no se hagan . Pero ellos , los dos grandes ídolos de la pantalla chica o de la grande , de los que les hablaré ahorita destruyeron mi creencia; Frente a unos asalta bancos o en contra de una pandilla encabezada por Jorge Reynoso y Eleazar Garcia Jr, en contra de unos contrabandistas o buscando a quienes le dieron muerte a su familia pero siempre juntos o si quieren por separado pero nunca como rivales, uno contra el otro, odiándose a muerte, riñendo como jamás lo hubiera imaginado. Sí: me refiero a Mario y a Fernando Almada quienes anoche, poco antes de dormirme cayeron del pedestal que al respecto los tenía y rompieron mi marco teórico, recurso mediante el cual yo daba por sentado que eran unos muéganos, así como viruta y Capulina por tantos años, Dimas y Gestas, Carlos y José, Reynoso y Borja, Los Villanos III y V, hagan de cuenta. Pero de pronto vi correr a uno tras el otro, y al rato el otro en contra del primero, mientras que los que por décadas juraba que eran los malos , estaban locos de contento y de felicidad porque los famosísimos hermanos Almada , uno con el personaje de Gatillo y el otro identificado como Halcón, en la película Gatilleros del Rio Frio, aparecían como feroces antagonistas sin quedarme claro , hasta ese momento, cuál de los dos quedaría vivo y esa incógnita se despejaría hasta el final. Así ocurre. Hasta el final o a mitad de la película, ya ni sé, cuando nos empezamos a dar cuenta que la idea predispuesta no siempre coincide con el desenlace. Para bien o para mal, no siempre. Hablo de la película en sentido literal por la que ayer estaba viendo y en sentido figurado por lo que a veces ocurre en la realidad , en donde todo se mira tan predecible como si dijéramos en los años setenta que ganaría el PRI , o que Fidel Velazquez se reelegiría o que Pipino Cuevas terminaría con su rival en el segundo round o que el Atlas y el Zacatepec se enfrentarían para evitar el descenso. El riesgo es ese, cuando la idea predispuesta no siempre coincide con el desenlace. Dije riesgo pero quizá pueda ser desilusión. Porque uno cree que lo imposible nunca habrá de suceder. No fue mi caso porque al rato que se anduvieron persiguiendo entre la gente, o en imágenes , carros e imágenes de antaño, de pronto Mario y Fernando se encuentran y el primero le hace entender o le confiesa que lo andaba buscando durante largos años porque son hermano y habían sido separados cuando eran niños . A mi y a ellos nos volvió el alma al cuerpo. Y es que de la misma forma que ahorita lo estoy haciendo, anoche daba por hecho lo impensable, lo nunca visto, lo imposible. No me culpen. Había razones suficientes para suponérmelo : Mario le disparaba a Fernando. Mario lo seguía. Mario le apunta con un riflote. El otro solo se defendía o lograba salvarse de los intentos de agresión. Fernando acaso nomás se defendía. Es cierto, traía un parche en el ojo , lo que haría suponer que era igual de malo pero no era así. Es más: ninguno lo era o lo eran ambos o , en su caso en cuestiones de generosidad y buen corazón había un empate pero además se dedicaban a lo mismo: luchaban contra narcotraficantes y estaban del lado del bien para la sociedad. Para mi fue aleccionador ya que , de lo contrario , siempre y durante el resto de mi vida , consideraría que lo catalogado como imposible nunca de los nunca habría de suceder. Es como si nos aferráramos a la idea de que alguien, tal o cual aspirante o candidato. Pero resulta que llevaban años sin verse y cada uno agarró por su lado , nada mas que ambos se dedicaban a lo mismo: a perseguir narcotraficantes , grupo de donde salieron esos desgraciados que mataron a sus madres. Que alivio. Ahí me volvió el alma al cuerpo Ni a cual irle en bondades y todo eso.. Ni hablar pero mi sufrimiento nació a partir de creer que lo imposible nunca habrá de suceder. Maldita costumbre. Es como pensar que el grinch odiará estas épocas siempre o que el santa claus nunca dejará de ser todo bondad o bonachón , haciendo felices a los niños . No se casen con esa idea porque luego estarán sufriendo como yo. Eso de que alguien ganará y otros perderán en esta vida , en un juego de fut , en la baraja o la siguiente elección nacional, es muy dogmático . Tengan cuidado. No vaya a ser que un día cercano ustedes vean atónitos, cómo el grinch entra por la chimenea cargando muchos regalos y el santa no deja de maldecir la ya cercana navidad.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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