Por Miguel Ángel Avilés
“Nadie ha dudado jamás que la verdad y la política nunca se llevaron demasiado bien, y nadie, por lo que yo sé, puso nunca la veracidad entre las virtudes políticas”. (Hannah Arendt, escritora y teórica política alemana,) Fue Gabriel García Márquez quien, en Cien años de soledad, dijo que el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”. El mundo ya no es así y, sin embargo, ocupamos de alguien que de tantas palabras que hay en la tómbola de nuestro lenguaje, tenga la habilidad de sacar la más oportuna, la precisa, la que sitúa al lector en el lugar de los hechos como si estuviera ahí, de mirón con todos lo sentidos como el propio escribano que se dio a la tarea a punta de imágenes de exponemos eso que puede ser la realidad o se parece tanto a esta. Para cumplir con esa misión, hay periodistas que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año, pero son malos. Hay quienes luchan muchos años, y son malísimos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los cronistas imprescindibles. Al respecto del género, Daniel Samper, periodista colombiano dice que el ingrediente principal de la crónica, es su mirada curiosa que descubra lo que estaba allí y otros miraban, pero no veían". Pero el también libretista de series de televisión no nos dice el por qué los otros, solo miraban, pero no veían. Con tal de no dejarlos en ascuas, improvisaré tres hipótesis a saber que intentan explicar por qué pasa esto: a) por distraídos b) por interés personal, ideológico o político. c) me autocensuré. Como sé que Arturo Soto no viajó hacia la isla llevando consigo estas características, al menos no para hacerse de la materia prima o la carpintería que a la postre trajo consigo este libro , luego entonces, por más que hubiera viajado inicialmente, por otras razones , luego de tantos años en el oficio -como el cazador que esta piense y piense cómo matar a su siguiente presa o el viejo Santiago de la novela de Hemingway que no desiste, pese a todo, en sacar el mas grande pez así sea incompleto, así , como las cabras tiró al monte y escaneó con la mirada y los oídos , cada uno de los paso que dio en la República de Cuba en donde , contra su terca voluntad , casi terminaron por hacer con él, la versión caribeña de la canción de Los mandados: Crucé el Río Grande nadando Sin importarme dos riales Me echo la migra pa afuera Y fui a caer a Nogales Entre por otra frontera Y que me avientan pa' Juárez No fue tanto pero si tantito, nomás que, no ser periodista en un país que se proclama socialista es una contradicción hasta genética y para cuando le dijeron que se amarrara una mano en la pierna, ya era demasiado tarde , púes el daño –pongámosle así - ya estaba hecho por parte del orgullo de mi nepotismo, el mismo que con ese radar que parece llevar como un quinqué el verdadero cronista, atrapó en una fotografía mental ,todos y cada uno de lo que encontró a su paso, incluyendo los pasos que no dio, por obvias razones y se estuvo quieto para observar contrarrevolucionariamente, a Deisy , (la que le dijo desde antes que no se preocupara por nada) para decirnos que “trae recogido el cabello en una cola de caballo. Ni una arruga en el azul marino de su traje sastre. Pisadas quedas como de gato y mirada profunda tras el cristal de sus lentes graduados “y a uno, de por sí propenso a la imaginación (gracias, a la lectura del libro, por supuesto) pero muy escéptico, quiere agarrar el primer vuelo para constatarlo, así me decomisen todas mis maletas y me acusen, frente al paredón de fusilamiento, de contrarrevolucionario. Con ese rigor informativo que exige el buen periodismo pero a la vez con la riqueza expresiva de la literatura, el autor , como antropólogo forense , escudriña en cada detalle y nos presenta , como si lo tuviéramos frente a si, a la morena de ojos almendrados que le da para que firme la carta-advertencia, y al hombre de la barra en La Habana Vieja que habla consigo, haciendo el largo cuento de su vida, de los años que han pasado “desde que el peso valía en Cuba y a la calle Obispo y de ese viento que entra por el portal del bar Lluvia de Oro y del promotor cubano que había aceptado presentar el libro, alguien quien por cierto, luego de que un asoleado Arturo le explica lo sucedido y los aprietos en que anda, deja constancia de que eso de motivar a la gente y dar ánimos a los desvalidos, nos es lo suyo : “Te jodiste mi hermano. Ya mismo tú traes a alguien siguiéndote a cada lugar. Tienes cámaras por todos lados detrás de ti. Saben cada paso que das, ahora mismo saben que estás conmigo” dice el improvisado Coach frente a su pálido amigo y casi huérfano de patria. Soto Munguía, además, nos lleva por El Florida y por otro bar que presume en un letrero su estatus de “tercera categoría”. “Digamos que es como el Pluma Blanca en Hermosillo, pero más chico, sin rockola y sin Ismael Mercado “advierte el narrador. Sobre esto y más nos cuenta el que irremediablemente anduvo en la habana como buey, no sin estar exento de culpa a la hora de hacer corte de caja respecto al decomiso, o de lo que lo pasaran a la báscula o de ser considerado como CR o traer marcación personal durante todos los días que pasó en La llamada Perla de las Antillas, pues a quien carajos le da por llevar consigo un libro de su propia autoría en donde refiere, a modo de cita o paráfrasis, que Fidel es un promotor del Turismo Sexual, a quien le da por hospedarse en la casa de una señora que se llama Marcolfa ¡Marcolfa! y de su esposo, Don Carlos , un teniente coronel retirado y miembro del Partido Comunista desde hace cincuenta años y sobre todo a quien se le ocurre , primero , traer doblado en la bolsa trasera del pantalón el ejemplar del Granma y segundo, apenas bajándose de un popular Camello, limpiarse los zapatos con dicho ejemplar que justamente ese día y por causalidad, traía en la portada al alicaído comandante en jefe Castro Ruz en lucidor pans rojo , que por esas fechas encontrábase enfermo y en la foto compartía una pastel Hugo Chávez , indicios suficientes para concluir que el turista-periodista-y cronista nacido y medio crecido en Ciudad Obregón más que tener madera de contrarrevolucionario, tiene sobrada vocación de kamikaze. Fue de este periplo de donde nace el libro que hoy nos tiene aquí reunidos y aquellos hechos quien quite y no vayan más allá de una anécdota, riesgosa, pero anécdota al fin que no tuvo más consecuencias, a no ser que el expediente hubiese quedado abierto y no tarda mucho para que el terrorista de ocasión sea extraditado. . Dije quien quité, porque este episodio que vivió nuestro compatriota no puede ser considerado nada mas como tal,. No, compañeros. Y es que, si bien uno puede entender la situación interna de un país y ser congruente con la política exterior de México, respetando la doctrina Monroe y la doctrina Calvo y demás, esto no significa que seamos cómplices o debamos tolerar la violación a las libertades individuales que se cometen en nombre de una revolución con prácticas actuales tan cuestionadas que nada tienen que ver ya con las razones que la motivaron .no sin aclarar, para evitar malentendidos, que yo estoy hablando de Cuba. Porque ya lo escribió el dramaturgo vienés Johann Nestroy, pero. contagiado por el síndrome de Yasmin Esquivel, y pura indignación , yo lo cito como si fuera enunciado mío: “La Censura es la menor de dos hermanas despreciables: la otra se llama Inquisición.” Es que no se vale. No se vale con ninguno, pero menos con alguien que siendo joven (porque créanme que si lo fue) se entregó a una causa que estimaba legítima por encima de “desvelos interminables y amor revolucionario entre el mimeógrafo y las cobijas sobre el piso, oyendo a Silvio, a Pablo, a Viglietti (en donde Cuba) era la referencia y en sobrados casos, el ejemplo” Por eso el adulto que fue joven o la nostalgia del joven que un día serio adulto, no podía creer lo que estaba pasando y tratando de hacer algo por él, pensé en escribirle la siguiente carta a modo de despedida: La Habana (Table Dance). Junio de 2023, año de la Agricultura Arturo: Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en la casa de la calle Garmendia 133, de cuando me propusiste ir la tienda Ley, de toda la tensión de los preparativos. Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber de presentar este libro en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío. Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas. Solo a todos y a todas le digo con fervor revolucionario: Que, así como los derechos humanos y la respetuosa libertad de opinión, de expresión, de circulación, de pensamiento, de conciencia, de religión y el derecho a la vida privada, así como las nalgas de la esposa de La Berenjena que se parece a Sonia Braga, así tampoco, en menesteres y celebridades de la crónica, al Chapo Soto, no se toca.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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