Por Miguel Ángel Avilés
Si he de ponerme sangrón, empezaré diciendo que estos conceptos son las dos caras opuestas de una sola moneda, el día y la noche, el sí y el no, de quien siendo la nada, terminó por serlo todo con respecto a quien nunca fue más allá en su vida de responsabilidades porque así supo que se podía vivir de los demás o porque, definitivamente, le dio cus cus. La cultura del esfuerzo supone que las cosas, objetivos o metas se consiguen esforzándose y trabajando. No hay de otra. Esto no es una fórmula, más bien es la realidad. Así debería ser en todos los casos. Por ser lo más justo, creo yo. Tanta gente hay que únicamente de esta manera ha conseguido lo que tiene. Tanta la hay, también, que se apropia de este discurso y, como si en este México de mis amores se le estuviera negada la participación política a los que nacieron en buena cuna, algunos la agarran en el aire, sabiendo que esto vende, fingen ser hijos de esa cultura del esfuerzo y en un parpadear de ojos, ya son presidentes. Neta. Y para mejor ejemplo, ahí tenemos Ernesto Zedillo quien, en su campaña, a la que le precedió un magnicidio, usó este slogan. Neta. ¿o quise decir Neto? Ya no sé. Lo cierto es que él se vendió frente al electorado como quien venía desde lo más bajo de los extractos sociales y gracias a su tenacidad, su perseverancia, su resiliencia ante los difíciles momentos, había llegado donde estaba y merecía, por ello, el reconocimiento popular mediante el voto. Como si fuera un requisito para cualquier candidato: "el aspirante se tendrá ofertar siempre como un menesteroso y por nada del mundo podrá decir que jamás batalló con nada" La cultura del esfuerzo nos enseña a ser adaptativos, a asumir compromisos y responsabilidades, a tomar los resbalones de forma positiva y, y por supuesto favorece el desarrollo de la personalidad. Eso dicen y por tanto quienes conforman el padrón de estos hombres y mujeres especiales tienen ganado el cielo por no claudicar al momento de echarle ganitas en cada uno de los peldaños que iban subiendo. Si me pongo muy dramático, lloraré. Me cae que sí lloraré. Y es que no deja de ser admirable o conmovedor lo que hace gente como esta, la verdadera, porque también merecen desaprobación o abucheo todas aquellas personas que se asumen como tal nada más para sacar raja de su victimización, cuando bien se sabe que eso de luchar a contracorriente durante su vida, no fue tanta y si lo fue, no garantizaba que fuese una persona buena. Además, la palabra esfuerzo tiene diferentes significados según algunos estudios del tema Para tal o cual, es sinónimo de conseguir resultados y cumplir objetivos. Pero para otras, significa cansancio y agotamiento, estar harto de tanto, a punto de gritar que paren al mundo porque se quieren bajar. En el otro frente de batalla, a modo de antítesis, tenemos a los que padecen el Síndrome de Peter Pan. Esto se refiere a cierta manifestación de personalidad de algunos adultos que se comportan como niños o adolescentes sin ser capaces de tomar la responsabilidad de sus actos y la vida adulta. Así se caracterizan: Se niegan a crecer, son preponderantemente inmaduros emocionalmente, con una fuerte inseguridad y un gran temor a no ser queridos y aceptados por los demás. Es más frecuente en varones que en mujeres. Suelen comportarse como niños cuando su edad real es considerada la de un adulto (superior a los 30). Se siente muy atraído por la juventud (idealiza la infancia y la adolescencia). Tienen miedo a la soledad. Padecen mucha inseguridad y baja autoestima. Tienen necesidad de la atención de quien le rodea. Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar con poca tolerancia a la frustración. Se muestran centrados en sí mismos y en sus problemas, sin preocuparse por quien les rodea. Sienten insatisfacción constante con lo que tiene, desea tenerlo todo sin ningún esfuerzo. Considera el compromiso como un obstáculo a la libertad. No se responsabilizan de sus actos y culpan a los demás por lo que no le va bien. Mienten o se esconden detrás de excusas. Y en un parpadeo también llegan a ser presidentes. Aquí sí les debo el ejemplo.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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