Por Miguel Ángel Avilés
Si antes de leer estos nombres y enterarme lo que son, hubiera jurado que se trataba de un dueto musical norteño o de un par de cómicos de carpa, así como decir Viruta y Capulina , Tin Tan y Marcelo, o Manolin y Schillinsky. Pero never, se trata de dos medicamentos que, de acuerdo a lo que he visto en dos o tres recetas, pareciera que no pueden existir el uno sin el otro, o sufren de una codependencia irreversible que ya no se pueden medicar por separado o no funcionan tan infaliblemente sino actúan juntos como decir Batman y Robin, Kaliman y Solin, Robinson Crusoe o Viernes Martinoli y Jorge Campos o Kim Kardashian y yo. El Espacil es útil en el tratamiento para dolores gastrointestinales, colitis y diverticulitis, así como dolores genitourinarios, tales como cólicos renales y uretrales, cólicos viscerales y dismenorreas. Como la Sulfa no sé qué y el Enterovioformo que me encargaba mi’ama de la tienda porque alguien de la familia andaba mal del estómago. El Tesalón es auxiliar en el alivio eficaz y confiable de la tos seca. Alivia la tos en tan sólo 15-20 minutos y tiene acción hasta por 8 horas. Como el viagra, pues, nomás que en otra parte del cuerpo. Supongo. Lo cierto es que estos medicamentos son muy útiles en estas fechas, donde la provisión cocida es, literalmente, el pan de cada día, ya que le entramos con fervor a la comilona y al mismo tiempo, el clima y nuestros desarreglos, hacen el cóctel perfecto para que en la noche sea imposible dormir porque estamos tose y tose. No se trata de incluirlas en la canasta básica, ni darlos como regalo en un intercambio, mucho menos dejar un botiquín repleto de estas pastillas junto al arbolito de navidad, pero si considerarlas como una opción cuando se nos presenten las molestias si es para salir del apuro o mantenernos tranquilo, cuando veamos que el médico garabateo estos nombres en la receta y nos pidió que la surtiéramos para quedar al centavo antes de navidad. Entiendo que los temas decembrinos no son, propiamente, estos que estoy tocando ahorita, pero no me digan que en estas fechas no acudimos con ellos por obvias razones y si bien no hay profesiones que no merezcan importancia, como no hay ser humano que no merezca ser atendido por quienes las ejerzan, sí creo que hay profesiones que tutelan valores que no pueden tener comparación. En esta lista, ni duda cabe, son los médicos quienes la encabezan, me parece, porque no creo que haya cosas más valiosas en alguien que la vida y la salud. Con que nos amanezca eso el día 25, hay que darnos por bien servidos. Y para ello hay que cuidarnos mucho y darles el crédito que se merecen los galenos que nos han sacado a flote cuando hemos andado quebrantados de nuestro organismo. Yo, la verdad, l@s admir@ un buen. Tan solo el aprenderte esa larga, interminable lista de los medicamentos ya es de por sí una gracia. Pobres hombres y mujeres, no sé porque se la ponen tan compleja. Si cada pastilla o cada cucharada cumplen funciones tan generosas, por qué demonios no le ponen un nombre más acorde a lo que atienden, a lo que combaten. Es que ya es hora de que renovemos el catálogo sobre este tema y se les pongan nombre como ponérselo a una flor, a una poema, a una piedra hermosa. En primer lugar, ya basta que casi todas, en su mayoría, terminen en " ina.." penicilina ''sulfaguanidina" y así. Tan bonito que puede ser el llamarle "bendición del cielo", "arrullo del viento", " ave del paraíso", "cosita mía", "sueño inolvidable", "alma generosa" y demás nombres por el estilo. De esta manera, ni los futuros médicos batallarían tanto durante sus madrugadas de estudios, ni los pacientes estaríamos tratando de descifrar qué carajo puso el doctor en esa hojita. Mientras redondeo esta idea y la hago llegar como iniciativa de ley a los legisladores que en ocasiones, hoy aprovecho y felicito con eterna gratitud y admiración a todos estos profesionistas que están en formación o ya son unos consagrados, como al propio ejército de enfermería, laboratorios, camillero, e intendencia pero que en las pasadas semanas, ayer mismo, esta madrugada y los meses que vienen, están ahí ,en el campo de batalla, literalmente partiéndose el alma, contra las enfermedades y achaques que aumentan en este mes, en ocasiones por culpa de nuestra indisciplina. Por cierto y con esto termino: Me acordé Cuando tu mamá te mandaba a la tienda de don Este o don Aquel a comprar tractolina o pan o cigarros Fiesta o Capri o piloncillo o frijol o jabón Camay o una Enterovioformo y una Sulfaguanidina para quitar el dolor de estómago o una Colmer para el dolor de muelas que te atormentaba sin piedad toda la noche. Eso si el enfermo no eras tú, porque si eras, te tenías que quedar en casa sin salir para nada; pobre de ti que hicieras desarreglos. Si te dolía el estómago había que comer a fuerzas el caldo de pollo sin sal y la gelatina, a regañadientes, peor si era de limón. Si era la muela, nada de salir al sol ni mojarte porque se te ponía un cachete, lo hubieras visto, grandotote, como si trajeras metida una bola de algodón; mejor ni le buscabas, para qué, si dolía reteharto que te hacía llorar aunque te aguantaras; para apaciguarte la dolencia te ponían un trapo caliente, previamente puesto un rato en el foco encendido, o si no, te retacaban unos clavos de olor en la muela picada, que no tenía consideración con nadie, hasta que no te la sacara un dentista indolente, que tiraba de ella como si unos caballos tiraran de un carreta; así de fuerte se sentía, no les miento. Para qué les voy a mentir, si ustedes saben bien de qué les hablo: santo remedio. Luego que te aliviabas podías comer de todo; te dejaban bañarte si querías, claro, porque no faltaba el gato para el agua, que con tal lograr su propósito inventaba dolores y se acostaba en la cama, quejándose para que ya no le insistieran. Nomás no fueran a descubrir tu falsedad, porque te pedían ir al baño a fuerzas, con todo y ropa. Si te daba la gripa por mentiroso, era peor, porque en la receta claramente le ponían cinco inyecciones. Eso sí era una herejía; por eso prefería uno quedarse callado, aguantarse hasta donde se pudiera, como hombrecito que era, que soy, que sigo siendo, aunque siga habiendo dolor y uno que otro llanto. También Cuando tenías que levantarte antes que los gallos cantaran, así estuviera bien oscuro porque ibas a viajar a sansemeolvida, o a llevar unos análisis al ISSSTE, te parabas envuelto en una cobija a sabiendas que en la lumbre ya estaba puesto el café, y que en la radio ya había comenzado Laboratorios Mayov, el programa de una compañía de ventas por correo, propiedad, en un inicio, de Carlos Camacho allá por 1959 y después de su hermano Jorge. Especializada en medicina sin receta, se creó para servir a los inmigrantes del sureste de los Estados Unidos. Se conectaba con diferentes estaciones de radio para promocionarlas, hágame el cabrón favor, a las cuatro de la mañana los siete días de la semana sin falta. Tenía como invitados a más de un artista de música norteña, de mariachis y rancheras, contestando peticiones y haciendo dedicatorias que la gente escuchaba ya con la taza de café en la mano, ya en un tráiler en la soledad del camino, ya en la carretera rumbo al pueblo que habías decidido como destino. Podías viajar cualquier día o levantarte temprano siempre y cuando fuera a esas horas. No te complicabas con la indecisión de qué escuchar, si con los ojos cerrados movías el cuadrante para escuchar lo que era como tu despertador, como tu doctor, como tu guardián de cabecera, para copiar una receta o levantar el penco con una melodiosa complacencia de ésas con las que te daban ganas de echar un grito bien mexicano, pero ibas a parecer loco a esas horas. Lo que hacías era subirle al radio para que se alegrara el corazón y se despabilara el cuerpo, que todavía andaba engarrotado aun cuando te estiraras como un lagarto parado. Si ya era hora de irse, salías soplándole a la taza y dándole el último trago para no salir tan frío no fuera a ser que agarraras una constipación. Por eso preferías cobijarte y salir bien cubierto cuando apenas empezaba a clarear, rete bonito. La verdad no sé qué tanto faltaba para que salieran a escena ESPACIL Y TESALON o ya andaban descongestionados cuerpos y quitándonos la tos. A propósito: si un día no las encuentran, yo les sugiero que a estas las suplan con una purga. No se les quitará la tos, pero, créanme que la pensarán para toser.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
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