Por Miguel Ángel Avilés
Dicen que cada quien habla de la feria, según le va en los caballitos. Otros, como yo, quisiéramos decir que cada quien habla de los regalos, según le va en el intercambio. Y si a mí me pidieran una opinión sobre este juego, no le iría nada bien. Es más, yo exigiría que lo prohibieran. Porque resulta que a mí tampoco me había ido nada bien (en los intercambios, me refiero). Debido a eso y a fin de buscar cierta proporcionalidad entre lo que me ha sucedido y lo que busco a modo de sanción contra los responsable de mi desdicha en eso de dar y recibir cositas, pido al jurado que corresponda que le sea aplicada a estos, los creadores o impulsores o fomentadores de tan odiosa actividad, lo ya contemplado en el propio Código de Hammurabi del año 1760 a. de C., y que no es otra cosa que la Ley del Talión. Perdón, pero ya dije que cada quien habla de la feria, según le va en los caballitos. Sí, porque para que la cuña apriete, debe de ser del mismo palo y si ese jueguito surgió en los tiempos de la fundación de Roma, donde antes de la Navidad se llevaba a cabo la fiesta de Saturnalia, la cual consistía en celebrar a don Saturno, dios del grano, entonces que la pena sea también de aquellos tiempos. Es que resulta que las Saturnales (en latín Saturnalia) eran unas importantes festividades romanas, en donde destacaba, entre otras cosas, un sacrificio en el Templo de Saturno, en el Foro Romano, y un banquete público, seguido por el intercambio de regalos, continuo festejo, y un ambiente de carnaval en el que se producía una relajación de las normas sociales. Es decir, eran unos desenfrenados bacanales. Siendo así, se me hace que ni cuenta se daban qué se regalaban entre unos y otros, fuesen amigos identificados o secretos y, al día siguiente, ni a quien reclamarle. Pero en mi caso fue todo lo contrario: los intercambios que me han tocado, han sido estando sobrio (cuando se decide participar, cuando sabes a quien te toca regalar, cuando compras el regalo y cuando llega el momento del intercambio). Si tengo a quien reclamarle pero me aguanto. Para que se den una idea de cómo me ha ido y el por qué entre la costumbre de intercambiar regalos y yo, hay algo personal, pondré tres ejemplos de lo que di y lo que me dieron. Dí una bolsa de piel que una hermosa dama me ayudó a escogerlo y, de parte de la agraciada, recibí una camisa dos tallas menos de la que en ese entonces usaba , con lo cual, al tratar de ponérmela, quedé con mis brazos atorados, en lo alto en forma de tenaza, de tal manera que parecía una gran jaiba disecada. Di una chamarra de reconocida marca y, en correspondencia me dieron unas pantuflas con garras de tigre y caja de chocolates que me hicieron probar ahí mismo y por su culpa estuve todo un día con migraña. Di un collar con sus respectivos aretes y de aquel lado se me obsequió un libro de Og Mandino qué porque a mí me gustaba leer. En todos los casos di las gracias y sonreí frente a los presentes para no desentonar pero juré que nunca más participaría en estos trotes, a excepción de cuando estuvieran recibiendo el castigo del ojo por ojo diente por diente que sugerí arriba. Nomás que no me mando solo. Al tiempo no me quedó otra más que integrarme al espectáculo, so pena de quedarme mirando como el chinito, la noche de la posada, cuando todos estuvieran extasiados abriendo el suyo. Para mi fortuna, las reglas habían mejorado y era posible correr con mayor suerte. Creí. Se estandarizaron los precios de los regalos y se permitió que cada quien dijera que quería que le regalaran. De seguro alguien filtró la información de cómo me había ido los otros años y entre compadeciéndose y tratando de evitar más injusticias, en honor a mí, acordaron esa modalidad. Sin duda es un gran avance pero apenas es el comienzo, el punto de partida de lo que, inevitablemente, se debe de legislar ya y de paso elevarlo a rango constitucional. CÓDIGO NACIONAL QUE REGULA EL INTERCAMBIO DE REGALOS LAS DISPOSICIONES DE ESTE CÓDIGO SON DE ORDEN PÚBLICO Y DE OBSERVANCIA GENERAL EN TODA LA REPÚBLICA MEXICANA Sí, porque sigue habiendo quejas entre los participantes. El tema del monto y anotar lo que deseábamos, no fue suficiente para garantizar equidad. No falta el que diga que no encontró lo pedido e improvise con un obsequio igual o peor a los que yo he recibido. Que si sea un perfume pero de otra marca, que si sea la camisa pero de otro color, que si sea el pantalón tan ansiado pero no te cierre de la cintura. La intención es buena y se agradece, nomás que todo sigue quedando al libre arbitrio del que le toca regalar. Es verdad que algunos conocen tus gustos y es muy honroso saberlo pero es bueno saber también que esos son algunos, no todos. Es decir, si te enteraste que le gusta coleccionar aviones, pues formidable pero modérate, no vayas a correr la voz los siguientes años porque en poco tiempo la casa del destinatario parecerá la maqueta de un aeropuerto. Imagínese que ustedes supieran, de mera casualidad, que a mí me gusta la lucha libre y me gusta la obra literaria de Jorge Ibargüengoitia. Es correcto. Pero no quiero estar recibiendo docenas de máscaras diciembre tras diciembre ni atiborrar mi librero con la bibliografía repetida del cachetón de Guanajuato. A quien le toque la fortuna de regalarme a mí , nada le cuesta enterarse que , aparte de lo anterior, me enamoran con una buena loción, una propuesta gastronómica en restaurante gurmé, un cartón de famosa cerveza obscura, una orden de tacos al pastor, un viaje a Colombia, Argentina, España, o el sur del país, un juego en el Estadio Azteca con gastos pagados pero ante todo, un buena charla o convivencia en un café al aire libre o un tarro en una centro de relajada moral, en compañía de mis amigos y amigas. Mientras llega la ocasión, frente a la cual seré infaliblemente recíproco, por mi parte, en nombre de los que están y los que se han ido en este 2021, les dejo los siguientes tres regalos a escoger, y los abrazo a todos con el alma, como estoy seguro que lo harían sus autores: “Hoy quiero darte un regalo/¿pero qué?/Si te compro un pastel, no me alcanza/Si te doy una flor, se te marchita/Si te doy mi corazón, ¿lo entenderías?/Si te regalo un poema, ¿te gustaría?/¿Qué podré darte a cambio de tu afecto?/¿Qué puede ser más valioso, que un pastel,una flor, un corazón o un verso?/¡Ya lo tengo eso es!/Quiero regalarte algo que no cualquiera te pueda regalar/Quiero regalarte mi lucha…Mis contiendas…/Para lograr un mundo, con pasteles para todos./Con flores que nunca se marchiten./Con corazones que realmente amen./Y con poetas que tengan tiempo de cantar a la luna…A las estrellas…A los recuerdos…/Un mundo donde muchos puedan reír como tú,/Y darse mutuamente tanto,/Como tú me lo has dado a mí, con tu SONRISA…” * “Te regalo la paz y su flor pura/te regalo un clavel meditabundo/para tu blanca mano de criatura/en tu sueño que tiembla estremecido”. * Como regalo para hoy/Quiero tu amor/Y un lápiz sin grafito/para escribirle a Dios/en un lenguaje invisible/que solo él sabe leer. /Como regalo para hoy/indícame el camino/Por donde pueda andar este corazón/Que en cada latido/ Deja una huella Con tu nombre./Como regalo para hoy/Dame un beso en mi mano/ Que tiembla/Mientras pinta en la hoja (de un árbol)/La cara de un hombre asustado./Como regalo para hoy/Abrázame fuerte/Como si abrazarás a un payaso /Que llora/ Cuando escucha las manecillas de un reloj./Como regalo para hoy/Enciérrame con el sol en la recámara/para no soñar a obscuras/Porque esta vez quiero verte./ Como regalo para hoy/Préndeme fuego/y apágame hasta el día que tú no estés./ Como regalo para hoy/Piensa en tu libertad y en la mía/y corre descalza alrededor de tus años./Como regalo para hoy/Cuéntame un cuento de ficción/Donde nadie sufra/Y la luna sea feliz para siempre./Como regalo para hoy /Acuérdate/ que, antes de que llegue la hora de partir/habrá una luz encendida/y un lápiz con grafito/para que escribas en la pared del tiempo/que todo tiene un por qué / Hasta la vida/ Pese a todo.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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