Por Miguel Ángel Avilés
A veces creemos merecerlo todo. A veces pensamos que si no tenemos algo, es porque no lo merecemos. A veces lo creemos, porque es un derecho y lo merecemos. Por ejemplo un baño público, en un mercado público, donde alrededor están unos parquímetros que recibe dinero público pero lo administra un ente privado y uno ni pío diga. Épale, ni crean que me estoy refiriendo al Mercado Municipal José María Pino Suárez de la ciudad de Hermosillo, Sonora, edificio de más de más de 100 años, ubicado entre las calles Monterrey, Matamoros, Guerrero y Elías Calles, que fue inaugurado (dos años después de su construcción) por Luis Emeterio Torres, en ese tiempo gobernador, como parte del programa de Centenario de la Independencia de México. No lo hizo Don Chema Pino Suarez, porque otras regiones de México reclamaban el concurso de sus modestos esfuerzos y a tres años de la decena trágica, el político, abogado, escritor y periodista todavía andaba haciendo esto y lo otro para democratizar al país. Que si no, si se da una vueltecita, aunque sea nomás para cortar el listón, echarse un menudito y tirar el agua antes de irse. Pero dije que no hablo de este mercado, sino de otro, de cualquier mercado de este planeta, del cual se vio a un par de adultos mayores, correr en franca competencia en busca de un lugar en el que pudieran desahogar sus esfínteres, porque en ese lugar a donde tenían un baño, allí nomás tras lomita, subiendo las escaleras, lleva cerrado más de un año y no hay quien diga esta boca es mía, exigiendo su apertura. Quizá porque a veces pensamos que si no tenemos algo, es porque no lo merecemos. Por qué se cree, tal vez, que no es asunto de uno o que es un conflicto que se reduce a un pleito entre particulares. Este ejemplo es uno de tantos que ilustra esa parte nuestra como ciudadanos a medias, truncos de la capacidad de reclamar o alzar la voz cuando se es necesario, quedándonos en espera de que sea otro, el que saque la cara por nosotros, abandere causas, se arriesgue y ya resuelto el problema, levantarnos de la hamaca en donde estamos tirados, contemplando y entonces sí, disfrutar de los logros y de las conquistas ajenas. Eso es por un lado… …y por otra, porque a veces pensamos que si no tenemos algo, es porque no lo merecemos. Pero cambiamos de opinión, cuando caemos en cuenta que hemos dado todo como ciudadanos obligados y, empero, la otra parte, no nos cumplen. Es decir, pese a que es un derecho, permanecemos indiferentes, impasibles, despreocupados con respecto a un tema , en este caso un “simple “ baño público, porque no es una necesidad inmediata o individual y porque también no se tiene el hábito del reclamo o de la petición respetuosa al gobernante a fin de que se ponga las pilas y resuelva un asunto que le atañe. Artículo 115. III. Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y servicios públicos siguientes: a) Agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de sus aguas residuales; b) Alumbrado público c) Limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición d) MERCADOS y centrales de abasto. e) Panteones. f) Rastro. g) Calles, parques y jardines y su equipamiento; h) Seguridad pública, en los términos del artículo 21 de esta Constitución, policía preventiva municipal y tránsito; e i) Los demás que las Legislaturas locales determinen según las condiciones territoriales y socio-económicas de los Municipios, así como su capacidad administrativa y financiera. Sin perjuicio de su competencia constitucional, en el desempeño de las funciones o la prestación de los servicios a su cargo, los municipios observarán lo dispuesto por las leyes federales y estatales. Como vemos, existen herramientas legales para fundar un reclamo, más cuando este tiene que ver con un tema de salud pública y de bienestar social y no de un capricho de un montoncito de parroquianos, en donde sobresale un número considerable de adultos mayores y personas que llegan de otras partes, fuera de la ciudad, que no cuentan con un servicio tan elemental como lo es un sanitario digno, a pesar de ser un espacio tan concurrido y tan recurrente. La carencia de la que hablamos no es tan simple. Los baños públicos juegan un papel fundamental en la salud de la comunidad y el bienestar propio. En lugares con baños públicos, las personas pueden disfrutar salidas y actividades sociales, sin verse forzadas a utilizar zonas prohibidas para atender necesidades básicas. Lo que expongo es una solicitud a quien corresponda, para que esos baños, de un mercado municipal, de cualquier parte del mundo ,que se llama José María Pino Suarez, abran ,voluntariamente o a fuercitas, pa todos los necesitados. Ya con la aviada, pensamos que esto también es una ligera, una mínima reflexión para que asumamos esa condición ciudadana, que a ratos se agacha y nos ven la cara, en tanto sigamos pacientes, creyendo que ellos, los obligados, se despiertan en la madrugada, sobresaltados, con la condición a cuestas, de salir de su casa , muy temprano, para ver qué hace falta y cumplir con su chamba. Esto seguro que así es, pero no olvidemos que los titulares de esas oficinas no acuden, diariamente al mercado ni a los sectores a donde fueron a planearse hace tres o seis años en busca de votos ni volverán sino hasta que inicien las campañas, ya que en este lapso de ausencia, andan echando el alma las veinticuatro horas del día a fin de desquitar el sueldo que reciben y evitar así el mayor número de ingratas críticas a su gobierno, esas que nunca faltan y que resultan incomprensibles frente a un apostolado dispuesto a reelegirse, incluso, para no dejar duda de su espíritu de sacrificio. Créanlo. Pero no es por un ejercicio de generosidad el que haga tanto, sino porque es un derecho nuestro, y lo merecemos.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
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