Por Miguel Ángel Avilés
Para decidir si alguien se queda conmigo o tiene más derecho sobre mí ,nunca se ha peleado nadie. En serio: nunca he sido motivo de disputa para quedarme con este o con aquel o mejor aún, con esta o con aquella, ya sea por una razón contractual, de propiedad o con intenciones que no pueden contarse en este espacio. Hasta donde yo sé. Pero ha de ser bonito que eso pase. Supongo. Bueno, depende. Lo cierto es que nadie, ni tan siquiera un par de acreedores, se han agarrado del chongo para decidir quién es preferente sobre mí como moroso. No alcanzo a imaginarme un escenario donde, escogiendo previamente a su padrino , se cite a una hora determinada de la madrugada , desearse suerte, darse la espalda y caminar diez pasos para que luego, el que dispare antes que el otro , se quede conmigo . Qué vergüenza. Sobre todo, para el derrotado y pa’ mí. Pero qué vergüenza Y, sin embargo, así de absurdas son las disputas. Como las guerras, o como unos fanáticos hinchas de dos equipos irreconciliables o como Caín o Abel o como el encono de unos reclutas cibernautas de ideologías opuestas quienes se hacen trizas apedreándose en redes, mientras sus respectivos dirigentes, como el noble y el villano, o el prohombre y el gusano, bailan y se dan la mano, sin importarles la facha. No cité al autor, nomás para no olvidar ese otro episodio de disputa: de quién es la tesis o cuando menos el título de esta ¿de la aún Ministra Yasmin Esquivel o de Edgar Úlises Báez, a quien por cierto todos nombran, pero muy pocos lo conocen . Ay, se me pasó la mano. Como los que, de una simple discrepancia, pasan al terreno del encono, y a los dimes y diretes, y a las imputaciones y a los insultos y a los ataques y a las amenazadas de invasiones y a las guerras. Asi se me pasó la mano. Y uno es incapaz de entender las explicaciones económicas y políticas que te dan, para convencerte que A o B es quien tiene la razón y por tanto debemos abrirle paso a fin de que acometa en suelo ajeno y triunfe, para luego subirse al pódium de la geopolítica mundial, en medio de cadáveres de todas las edades, con esa bestialidad sin adjetivos. Por más didácticos que sean conmigo, estoy convencido que jamás entenderé eso, aunque convencidos han de estar ellos también de que les importa una pura y dos con sal en cuanto a lo que yo piense. Ejemplos sobran: primera y segunda guerra mundial, la entrada militar de los gabachos a Bahía Cochinos, la marimorena que protagonizaron Argentina e Inglaterra, disputándose la soberanía de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur, Rusia invadiendo a Ucrania, Alfredo Adame contra todo y así, para no alargarme mucho. Ojalá que esas diferencias solo alcanzaran el terreno de lo anecdótico. Lo digo así, porque eso creo que son algunas controversias sobre el lugar de origen de tal o cual personaje histórico, de la música, o de la farándula. La polémica se caldea, a veces por causas muy regionalistas o nacionalistas, pero hasta allí. En otros, ni cuenta nos hemos dado y es mejor. Sucedió con Juan Gabriel a quien Chihuahua agarraba de un brazo y Michoacán del otro, para quedarse en definitiva con el lugar que lo vio nacer pero los chihuahuenses no invadieron a los michoacanos, ni estos mandaron sus tropas a ese estado fronterizo, solo para quedarse con la paternidad del autor de “Querida”. Con Carlos Gardel algo también hubo de eso. No obstante, ni Francia ni Argentina echaron bala para dirimir ese litigio sobre el Morocho del Abasto, como se le decía al intérprete de “Volver”. Por cierto: permítame decir que chabelo es oriundo de Chicago, Illinois;.y no de México como algunos creen, que Miguel Bosse nació en Panamá, como Carlos Fuentes y no en España, a Rihanna la parieron en Barbados y no en donde ustedes suponían y así muchos más. Pero por favor, no lo anden diciendo porque pueden causar un enfrentamiento bélico innecesario. Por favor, dije. Les confesaba al inicio que por mí nadie se ha peleado. Al menos en estos trotes. Pero no niego que ha de ser una distinción muy emocionante. Más que el agarrón por un terreno, una pensión alimenticia, un juicio intestamentario entre una docena de hijos de los cuales tres laboran en “La Polar” y dos en la “Cervecería 19”. Supongo que es algo así como si Baja California Sur y Sonora, en un futuro, entraran en un descarnado, en un cruento episodio hasta resolver donde nací. El peor escenario, sería que ambos estados me estuvieran negando. Chale. A pesar de eso, trascendiera a los fastos de la historia y si alguna vez existió la guerra de los pasteles, no se escucharía nada mal identificarla, para siempre, como la guerra de los Migueles. Cuestión de esperar. *CARNAVAL* *Cuando en el parque Revolución año con año llegaba el carnaval y la gente, la poca gente propia de una ciudad adolescente y bondadosa, daba vueltas de la mano de la novia, o de los hijos o del Papá. Bien podría llevar un algodón de dulce en una mano, o un crujiente chicharrón de harina o el cascarón de huevo basto de confeti, oculto y discreto, para usarlo de proyectil en la primera cabeza que se descuidara. Había las que les decíamos Mascaritas, gente que se vestía como esos que les dicen Ku Klux Klan pero de negro. Te hacían daño sin maledicencia. Si querías ser Mascarita tenías que pedir permiso a la autoridad para que no se fuera a disfrazar un maleante y pasara una desgracia que suspendiera el Carnaval, ni quién lo pensara, pero sí había uno que otro con ganas de joder que se le pasaban los tragos, porque ponían carpitas con tragos y ahí se sentaba la gente grande con sombrero y botas bien limpiecitas. No faltaba el que le decía indecencias a una muchacha que iba bien abrazada de su novio y éste se arrendaba reclamándole, para no quedar como un “gallina” frente a su prometida y no quedaba; pero sí le metían unos buenos moquetes por pasarse de valiente. Total, se hubiera seguido de largo y nada pasa. Sí, así es esto de los pueblos chicos, donde todos se conocen y hasta entre ellos son parientes; incluso se casan y ningún crío sale con cola de cochi. Es más: crece hasta más bonito y al rato viene contento también al carnaval a echar relajo; aunque ya encontrará a la ciudad más grande y a lo mejor el regocijo lo trasladan para otro lado, porque ese parque resulta parvo para recibir a tanta gente que se va juntando poco a poco, que va llegando poco a poco, bañados todos. oliendo todos a perfume o a puro jabón, porque se les hizo tarde y salieron corriendo de su casa y se vinieron hecho bolas en el pichirilo. Llegaron barridos a no caber de contentos en este nuevo carnaval.*
0 Comments
Leave a Reply. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
July 2024
|