Por Miguel Ángel Avilés
Karl Ransom Rogers, el llamado padre de la psicología humanista, un término que, a mi parecer, raya en el pleonasmo, consideraba que los seres humanos construyen su personalidad cuando se ponen al servicio de metas positivas, es decir, cuando sus acciones están dirigidas a alcanzar logros que tengan un componente benéfico. Yo, sin ser psicólogo y creo que ni humanista, digo que lo que dijo este señor es cierto. Digo además que la gracia, la desenvoltura o el duende con la que se puede escribir un libro, dependerá de un oficio otoñalmente pulido, pero también del amor y la pasión sobre el tema que se está escribiendo. Eso creo. Y creo, además que, el número de piezas de este rompecabezas literario, de este universo lectoescritural ya dependerá de las exigencias o de las aspiraciones del autor: un revisor de su trabajo, la exposición a la crítica, la autocrítica, la difusión, la promoción y, desde luego, los lectores del círculo personal, es decir la familia y los amigos, y por último el lector cautivo o anónimo que pueden ser dos, tres, cuatrocientos, dos mil o ninguno. Quiere decir entonces, que saber decir no basta, se requiere esa otra cosa, que puede ser lo genuino, lo auténtico, el compromiso en lo que se cree y se piensa, y además el respecto a la palabra y su significado, a ese mismo significado en sí y a la congruencia y a la autenticidad que el autor tiene al momento de expresarlas para otros. A Juan Marse, quien, por cierto, su segundo apellido era Carbó, en una ocasión le dio por citar lo que tenía grabado en un cuadrito que colgaba de la pared en donde se pasaba horas escribiendo: “El esmero en el trabajo es la única convicción moral del escritor”. Lo decía ante los periodistas en vísperas de que el Rey de España, le entregara el premio Cervantes, al tiempo que les confesaba su única preocupación para ese evento: saber si iba a poder hacerse bien el nudo de la corbata. Este mismo escritor se ha preguntado: ¿Puede ser honesto el escritor que solo piensa en lo que pide el público? “Cuando escribo no pienso en el lector que me va a leer, pienso en el lector que soy yo”, se responde. A mi parecer es así, solo así, cómo es que una línea, o un enunciado o un párrafo, dos cuartillas o todo un tratado, se vuelven creíbles y si no veraces , si al menos verosímil. A mí me parece que es así, solo así, como se pone de manifiesto la honestidad de quien escribe y lo que escribe, sin la búsqueda de un lucimiento discursivo ni para conquistar a la industria editorial a veces tan prostituida, sino para no serle desleal a su pensamiento, a una creencia y ante todo a su conciencia. Siento que el libro que hoy nos convoca, Memorias para el futuro de la autoría de Armando Coronado y editado por Mamborock aspira a eso: a reconocerse hasta donde se es capaz y conocer de sus limitaciones, pero también a no ser complaciente con nadie más ,sino con una voz narrativa que al pasar de los años, muchos años, no se cuece al primer lector ni quiere ser por sí misma, la protagonista porque sabe o intuye que lo escrito o la historia a contar es lo más importante, antes que cualquier proyección de quien se cree especial, y, como ningún otro, se enamora, insaciable, de su propia imagen reflejada en el agua de sus textos. No y por eso hablo de la honestidad del escritor o como quieran llamarla pero que, gracias a esto, se narra una historia permitiendo que los personajes que viven en ella se expresen libremente, sabiendo que lo vale es lo que se contó, como se contó y no quien lo contó. De más no está decir que Don Armando tiene 94 años recién cumplidos y a parte de su lucidez, su mesura y esa eterna solidaridad a favor de los marginados, no es un hombre pretencioso y por tanto no buscó ofrecernos lo que no puede darnos: lograr un poema en arameo, ni se puso a traducir el Kojiki o Furukotofumi, o sea la Crónica de los acontecimientos antiguos del japonés al español ni trató de escribir una biografía novelada sobre la niñez de Osama Bin Laden. Nada de eso. Simplemente escribió sobre lo que sabía, hasta donde sabía y punto. Jamás quiere , en este libro ni en su casi un siglo de vida, jugarle al engreído . Quienes saben más del asunto, afirman que las mejores historias que han expresado en la vida siguen esta premisa y por ello muchas se han vuelto clásicos y perduran sin importar el paso del tiempo. Las del otro polo, esas de excesiva petulancia, que recurren a la gracia sin tenerla, que insisten en catequizar con su ideología, partiendo de que es perfecta e incuestionable, y que ellos también lo son. Creo que este intento de evangelización narrativa no funciona, por más que saboreen la fama y su impostura, pero jamás alcanzarán la trascendencia. Hay obras clásicas que nos invitan a imaginar todo tipo de mundos posibles y la creatividad de los escritores nos permite viajar a los rincones más lejanos del planeta, e incluso desconocidos hasta ese momento. Pero contrario al error de algunos que buscan emularlos y a la suposición de otros, la carpintería tal como le la llama García Márquez y que sirvió de materia prima o de insumo para escribirlas resulta que es su propia vida y su entorno, es su materia y esas voces, tantas voces polimorfas en donde nació , creció y se reprodujo con todos los sentidos abiertos , hasta llegar un momento en que es imposible contener lo escuchado, lo aprendido , lo verbalizado, lo dolido y entonces como una bella y madura úlcera, un día revienta en una incontinente secreción de palabras, capaces de construir otros lugares y otros protagonistas diferentes. De esta manera sacamos el veliz de recuerdos que lleva años debajo de la cama , le enjuagamos la cara a la remembranza , salimos al patio hasta donde están los habitantes y lo habitado y luego cantamos los primeros versos en los blanco de una página , esa que tarde que temprano se vuelve un compendio de verdades o mentiras, pero dichas, con el corazón por delante, genuinamente, hasta colocar, insatisfecho, un punto final y dejarlo ahí que repose, que se marine, que le quitemos esto y lo otro, en tanto llega el día de irse a la edición y a la imprenta , hasta tener al producto en brazos y leer cosas tan gratificantes como estas: “Dedico este libro a las familias campesinas que permanecen en ejidos como Rancho Viejo de Ures, Sonora, a quienes comprendí y llegué a querer por su humildad cuando laboraba en la propiedad de mis padres —, a mis hijos y a sus preciosas madres, especialmente a mi compañera, mi esposa por sesenta años, a mis compañeros de escuela y a mis amigos”. De antemano, eso ya nos habla de un autor agradecido y de un hombre de bien. Y si lo anterior está fechado en 1916, quiere decir que no se improvisó ni se quiso hacer un libro como si fuese barbacoa en pozo: dejarla cocinando en la noche para que esté listo en la mañana. Tampoco se precipitó ni quiso que esto que ustedes están desesperados por comprar, quedara concluido cuando se tenía veintitrés años cabales para hablarnos de lo que solo se comprende a los cincuenta en adelante y en ocasiones nunca, menos se muestra con un lenguaje embaucador, no propio que nomás pretende congraciarse frente a sus colegas, antes que ponerse a escribir sin ambages, teniendo como única prioridad el rigor y el cuidado de su obra. Nadita de eso, porque lanzarse al vació a lo bruto sin la experiencia suficiente , es muerte segura y porque bien se sabe que lo cocinado a fuego lento es más sabroso y más de uno se comerá dos platos, un mediodía cualquiera, un verano de principios de siglo, ahí en rancho viejo, Comisaría de Ures o Santa Rosalía, entre charla y charla sobre las épocas de las haciendas , o de presidentes de la república y gobernadores o de los abuelos y abuelas o de terrenos de riego o temporal o de la historia de los pueblos aledaños y su crecimiento, o de lluvias y corredores o de trabajadores y patrones aunque sea reviente el barzón y siga la yunta andando. Tanto por decir y tanto por leer aún más allá de estas 106 páginas que don Armando nos ofrece con devoción como quien entrega, incondicionalmente, cien tortas a las afueras de un hospital o en la esquina terrosa de una invasión, pero me resulta imposible y tampoco quiero resumirles aquí sesenta años contados y menos filosofarles sobre moral, Dios, magos del evangelio y políticas del desarrollo y una madre ya preñada que al octavo mes murió. No, no puedo ni quiero, nomás porque se me da la gana y porque sobre eso tendrán ustedes mucho que leer y que disfrutar en un libro dividido en tres capítulos que algún día del mes de abril de 2024, en una edición muy bonita con interiores color sepia, como si estuviéramos leyendo un ejemplar de Kalimán o Lagrimas y Risas, con ese nostálgico olor a tinta, se estará presentando en un foro del Esta Cabral, a eso de las seis , cuando apenas se está yendo el sol y muere la tarde. No, les repito que no puedo ni quiero porque, según las hojas que desprendí del calendario al venirme para acá, y esas campanas que están tocando nos encontramos apenas en 1908 o 1919 o 1930 o 2016 y para que aquello llegue falta mucho, es decir, un chingo, casi tanto como sesenta años o lo que guarden, atesoradamente mil y un memorias para el futuro.
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'Por Miguel Ángel Avilés
Para Irene y Jorge Fue cuando le dije a mi acompañante que, ahí adentro, algo distinto estaba pasando. Era viernes y mi pareja, a la que deseo para siempre, media hora después bailaba conmigo, aun con mi fracaso para eso de la danza, pero le dabamos a una cumbia que ,de tantas, no supe si era esa que se baila así, de medio la'o, acurruca'o el tao, tao, el tao, tao, de medio la'o,el tao, tao, el tao, tao, el tao, tao,acurruca'o, el tao, tao, tao, tao, tao, tao, el tao, tao, de medio la'o, el tao, tao, el tao, tao, la máquina ponchada o cualquiera de las que les hablaré después. Sentí que nosotros,los asistentes, dabamos poquito y ellos, sabe quién, nos daban mucho pero además, no sé si planeado o de chiripa, le daban, más bien, le habían dado en la merita pata de palo a un sector de clase que buscaba algo asi, pegadito al corazón, un tanto de presente, más dos o tres cervezas bien heladas de nostalgia para quedarse ahí ,como lo hicimos mi pareja y yo, este o aquel, lo que nace del corazón o un puñado de gente que conjuga los tres verbos al unísono, como si ya nada importara porque estoy enamorado de tí, estoy enamorado, de ti enamorado. Quien sabe cuantos se fueron ni cuántos volvieron esa noche- porque sigo sin pensar en nada, porque me estoy volviendo loco por ella - pero cuando las dos de la madrugada a punto estaba de marcar el reloj, los que llegaron horas antes, querían quedarse hasta el amanecer porque la hierba se movía, se movía, se movía. Fue cuando le dije a mi acompañante que aquí adentro, algo distinto estaba pasando y pedí una copita de ron para que me diera calor y se rieron, porque ni al caso, ahí no venden fuego para el apagón, nada de eso, pero qué le parece una cagua, una media, esto y lo otro, papitas fritas o lo que doña Lupita nos traiga o quien entre a ofrecer cacahuates, flores, o un cuerpo hermoso que parece sirenita. Ay mi Yaquesita Ay mi Yaquesita Tú tienes un cuerpo hermoso que pareces sirenita Esto quizá fue cuando ya nadie se acordaba o a mitad de la semana o doce o quice años adelante o un 2024 o cuando todo esto que parece la civilidad, sea un apocalipsis, pero todos y todas y todes, recordarán que aquí, en la confluencia de Obregón y Garmendia, no en la esquina, sino metros cerquita, un parteaguas ocurrió y hasta este dia, los sociólogos, antropólogos, mercadólogos y no sé que más, todavia no son capaces de agarrar la pluma, sus dedos para la compu o su teléfono y ponerse a escribirnos ,con agudo análisis, que diablos pasó, de un momento a otro, para trasladar el divertimento del boulevard Encinas, poquito mas allá o mas acá, hacia estos lares en donde, en cuestión de esparcimiento para toda la pupila, era lo agreste, lo inmerecido, lo que la media y alta sociedad no podia recibir de la chusma, los apestados, los incapaces de estar aquí, en una pista, en donde se interpreta lo que, si a esas vamos, es suyo, razón por lo que me entenderás ahora el porque en este territorio en donde La brisa se impone con la Colallé y una niña de mas de veinte años ejecuta su propia danza contemporánea, al compas de Los Freddy's o algo así por el estilo pa que veas de que tamaño es el Club, es decir, el Club Obregón. Por eso y tanto más que viene en camino, es porque dije a mi acompañante que, ahí adentro, algo distinto estaba pasando. El Tijuanita, por un lado empezaba a morir o sus principales órganos, La Taberna, El Rancho Alegre, por decirlo, ya le comenzaban a fallar, y lo que fue ,ya no era tanto ,acaso ofertas callejeras para todos los gustos y un bar Lourdes apretujado, haciendo su luchita solo, mientras el resto de combatientes del mercado de los deseos, entraba en una fase terminal que terminó venciéndoles. Puede que unas sombras de perros renegritos crucen las madrugadas de esquina esquina , tal vez una patrulla extraviada con hambre de bolsear al prójimo ,quizá el humo interminable de una taquería edificada a punta de escombros, ganitas y borrachos. Puede. Y en tanto eso sucedía, desde hace ya más de tres años alguien recibía cartas de un extraño, cartas llenas de poesía, que le devolvía la alegría. ¿Quién te escribía a ti versos? Dime niña, ¿quién era? ¿Quién te mandaba flores en primavera? Con amor las recibías, como siempre sin tarjeta Te mandaba a ti un ramito de violetas Era feliz en su matrimonio o vaya usted a saber, pero eso que le importa, si aquí, a la vuelta del Gandarita , le había llegado la competencia de un de pronto, espichadita, haciéndose pasar como jugadores de dominó o parroquianos de antes, aunque a punto de reventar en esa otra escenografía tejabanera, tan desconocidos concurrentes, tan conocidos con el paso de los viernes, digamos como una quinceañera eterna, vestida de tantos colores y así pero algo tiene el rock & roll, que ya María Inés, se pasa en el solar, bailando rock & roll… Písale la cola al sapo, Písale la cola al sapo, Písale la cola al sapo, Pisa, pisa, písasela ya… Es el club la fase superior del comunismo, la gran asamblea popular a la que nadie convocó pero llegaron y seguirán llegando todos o donde una voz superior ordenó que en la pista o de la silla que tuviste la fortuna de encontrar hasta el más tullido mueva la cintura o los pies esa noche, para recuperar. Y si esa no te estruja, y la siguiente no te aceita la memoria o cualquier recuerdo, espérate tantito, porque el Mundo, quiero decir, el vocalista, se sabe la que me nombres y en un descuidito mejor cantada que los originales, sea el Tropicalísimo Apachúrrame, La BriS.A. o Los Zorros de Mexicaliche y de vez en cuando descansa para refrescar su cogote, pa luego es tarde, aquí no vive el silencio, porque entonces brinca El Pelón y su corazón por delante que dice quitate que ahi te voy en cuestión de interpretar las cumbias sin soltar ese bajo y uno ya no sabe sí es él o es Carlos Santana, Rigo Tovar, Ramón Ayala o lo mejorcito de estos o todo junto pero de que se la rifa ,se la rifa y no deja sentido a nadie. Te traigo esta cumbia morena Te traigo esta cumbia mi negra Para que bailes conmigo Para que bailes conmigo, para que bailes conmigo Sabiendo que soy tu amigo. Es Lupe, Lupita mi amor go go yeah Es Lupe, Lupita mi amor ta ta yeah y ahí la pólvora se enciende más, y uno que otro despistado busca a los Johnny Jets pero ni ellos ni su traje color mostaza de pantalones acampanados, ni aquel convivio en Tamaulipas donde surgieron, no están. En fin, esto apenas es un adelante ,un deber cumplido que el rinconcito se merece , ese al que en unas fiestas del pitic , un ramillete de cosmopolitas jóvenes le hicieron el fuchi ,el asquito desde la puerta que da a la banqueta en donde actualmente, desfilan en cola, noble y el villano el prohombre y el gusano. Bailan y se dan la mano, sin importarles la facha, pero una vuelta después vivían la fiesta que desde su pobre concepción llamaron naca, haciéndole segunda al nivel setenta, cuando desfilaban una mariposa tornasol, Roberto Ruiz, Laurita Garza y un antaño que de jueves a domingo revive, como un día que hubo una fiesta aquí en el Club Obregón y la orquesta de los voluntarios presos empezó a tocar y tocaron rock-n-roll y todo se animó y un cuate se paro y empezó a cantar el rock. Todo el mundo a bailar todo el mundo en la prisión corrieron a bailar el rock El gato le sabía dar al saxofón y German le sonaba duro al trombón Mary batería se decía tocar y toda la cárcel se puso a bailar el rock. Todo el mundo a bailar todo el mundo en la prisión corrieron a bailar el rock. Por esta y más razones, le dije a mi acompañante que, ahí adentro, algo distinto estaba pasando. Y seguirá. Seguirá pasando. Esto continuará... Por Miguel Ángel Avilés
Una señora lleva años confundiéndome con un doctor y hasta la fecha, no la he sacado de su error. No nos vemos tan seguido, pero cuando así sucede, me comparte una sonrisa y luego, muy amable, expresa lo de siempre: _ "Que tal, doctor, ¿cómo está? ¿Cómo le va?" o algo por el estilo. Yo le soy recíproco, y respondo con un "Bien, muy bien ¿y usted?" por recordar una de tantas veces, pero ya no sé si mi reacción es por mera rutina, porque mi amiga se va de paso sin chanza de aclararle o la dejo ser porque, de plano, ya me la creí. Entiendo que le ocurre eso porque supone que soy tal o cual doctor que la doñita conoce, es su amigo y me parezco- alto, rubio, ojos azules, atlético - o porque ese aspecto tengo, es decir, el de un profesional de la medicina y ese trato me da. No sé ustedes, pero quizá llegó la hora de sacarla de su confusión. De lo contrario, un día me va pedir que la consulte o yo corro el riesgo de mimetizarme y al rato andaré repartiendo recetas a diestra y siniestra, creyéndome que soy eso que no soy y que aparte de todo, me creo el mejor. No invento, eso pasa. Créanme, eso pasa y después no hay quien nos pare, hablando de todo y para todos, como si el conocimiento o la sabiduría fuera exclusiva de quien ha tomado la palabra y éĺ solo él o ella solo ella, es capaz de disertar respecto al tema que le pongan - en este caso de la medicina - y el resto de los presentes significan la nada o más allá. Admito que no sé tanto sobre esto, pero puede que tales personas, al igual como si su servilleta se creyera que sí es doctor, y que se consideran los infalibles entre sus pares, estén viviendo el llamado efecto Dunning-Kruger, el cual consiste en que el afectado por ese trastorno, cree tener más conocimientos y capacidades de las que realmente tienen y/o que están por encima de cualquiera. Es decir, sobreestiman su inteligencia y tienen demasiada confianza en sí mismos. Como autoestima está bien, es más, los envidio. Nomás que esa inteligencia no es tanta y sus conocimientos, menos. Son las personas que no son conscientes de su ignorancia y pretenden dar una impresión de dominio que suele resultar exagerada. Bueno, algunos no son conscientes. Otros si lo saben, pero nadan de muertito, luego de darse cuenta que sus interlocutores, o destinatarios de sus razonamientos están embelesados y creer estar frente a un representante de la polimatía, cuando a lo mucho es un timador de feria en ese juego de “donde quedó la bolita” o el juego de los cantones. El mentado efecto Dunning-Kruger es acuñado, según leo, en la década de 1990, cuando a David Dunning y Justin Kruger les dio por investigar hasta qué punto las personas incompetentes eran incapaces de saber que lo eran debido precisamente a su propia incompetencia. En ocasiones es tan obvio saberlo, pero este par quiso darle rigor científico a su proyecto y analizaron la premisa siguiente: “Aquellas personas con conocimientos limitados sobre alguna temática no sólo generan conclusiones equivocadas incurriendo en errores constantes, sino que su propia incompetencia les inhabilita para darse cuenta. Para estos psicólogos, este sesgo era el resultado “del error en la percepción de uno mismo, de un fallo en la metacognición”. Al igual como lo hizo Lombroso cuando surgió su teoría del delincuente nato, ellos agarraron un grupo de estudiantes y los evaluaron en gramática, sentido del humor y razonamiento lógico. Luego pidieron a los estudiantes que se calificaran así mismos del 1 a 10 con respecto a la forma en que habían contestado la prueba y resulta que la mayoría se evaluaron por encima de la media de su prueba. Mira que canijos me salieron. Esto me hizo recordar a un empleado de una universidad del noroeste de México que, siendo estudiante a la vez y después de estar a punto de ser dado de baja al reprobar en repetidas ocasiones una materia, se hizo, no sé cómo – bueno, sí sé – del acta del maestro en turno y alterando esa lista, se puso una calificación aprobatoria. Se me hace que este joven no le hubiera servido de mucho a Dunning-Kruger pues si ya estaba cometiendo la fechoría, entonces se hubiera despachado con la cuchara grande , poniéndose un diez de calificación, pero no, se autopasó de panzazo y eso provocó que más delante, cuando fue rescindido de su trabajo por la patronal, las lenguas de doble filo dijeran que no lo habían despedido por tan reprobable conducta sino por tonto. Volviendo con aquel experimento, lo que resultaba curioso de dicha autoevaluación era que los menos preparados para hacer ese test fueron los que más sobreestimaron sus capacidades y mejor calificación se pusieron. Es decir, pretendían engañar a otro pero se engañaban a sí mismos. En cambio, los alumnos con mayor competencia subestimaron sus habilidades y se calificaron por debajo de su nota real. Estos se pasaron de honestos o, aparentando una falsa modestia, su forma de quererse era muy insegura. Lo ideal sería que los primeros rectificaran, aceptando que no son lo que proyectan o quieren vender frente a la sociedad,en tanto que los seguros se dejaran de cosas y se asumieran como los grandes que son. De lo contrario, seguiremos fomentando la edificación de un mundo al revés y seguirán luciéndose los aprovechados de la ocasión, esos que han vivido de la suplantación intelectual haciéndose pasar por verdaderos pensadores, gracias a la hipnosis discursiva que tan efectiva ha sido a la hora de cautivar a las masas y ofrendarles todas las palabras que estas quieren escuchar. Como la señora señora lleva años confundiéndome con un doctor y hasta la fecha, no la he sacado de su error. Creo que el momento ha llegado. Y es que no quiero seguir conviviendo ni viviendo en el engaño ni quiero que mi amiga vuelva a la realidad cuando el destino haga de las suyas y ella esté en la cama sufriendo de algún mal y no quiera ser atendida por ningún otro médico, si no viene hasta su casa ese galeno que saluda casi todos los días. Imagínese: que pudiera hacer yo en una encrucijada así: recetarle un placebo, sobarle la frente con una mano al tiempo que le pongo un trapo mojado o romper el silencio pase lo que pase.. Esta última opción es la más viable. Si no lo hago, mi conciencia no me dejaría vivir . Hay a quienes nada de esto les importa. Como esa mujer de treinta años que se hizo pasar por doctora durante siete meses en un hospital de Barcelona. Ya fue detenida y se le acusa de cuatro delitos entre los que se encuentra los de falsificación de documento público y de usurpación de estado civil. De no ser porque fue descubierta por sus "colegas", la usurpadora ahí echa raíces y hace huesos viejos. Hagan de cuenta yo, si no desmiento tarde que temprano a mi compañera de banqueta. Debo de buscarla y hacerlo ya. Que tal si de pronto me invade el efecto Dunning-Kruger y me la creo para siempre. Tanto así que al rato ande buscando empleo en alguna institución de salud pública de México o, cuando menos, de Dinamarca. Por Miguel Ángel Avilés
Les quería contar sobre la memoria, pero ya se me olvidó todo lo que pensaba decirles. No quedándome otra, tendré que poner en práctica la operación Yasmin Esquivel y decirle, como si fuera una definición propia que “la memoria hace referencia a una capacidad mental cuya función es codificar, almacenar y recuperar información. Es decir, nos permite guardar en nuestro interior experiencias tales como sentimientos, sucesos, imágenes o ideas. En definitiva, cualquier elemento que pertenece a nuestro pasado”. “Se trata de una función del cerebro que resulta esencial para nuestro aprendizaje y, por tanto, para nuestra supervivencia. Gracias a ella podemos adaptarnos mejor a las necesidades de nuestro entorno”. Calma, ni quieran aprendérselo de corrido porque no podrán y si lo consiguen, no les servirá de mucho. Lo cito nada más como herramienta para ayudarme a recordar lo que les quería decir sobre la memoria. Espérenme tantito porque estoy batallando. Nos pasa. Con un dato, con una fecha, con una efeméride familiar, con un acontecimiento histórico, con respecto lo que hicimos ayer, o el año pasado, o cuando teníamos seis años o íbamos saliendo de la preparatoria o con el nombre y los apellidos de un viejo amigo o con un personaje de la vida nacional o política y en otros tantos casos que ya se me olvidaron. Mientras vuelvo en mí, déjenme contarles que, según los especialistas y las fuentes en donde extraigo lo siguiente, existen diferentes tipos de memoria que se pueden clasificar de acuerdo con diferentes criterios: su duración, el contenido, el nivel de consciencia, y así. En lugar de ese “así pude escribir etcétera“ pero ya les he dicho que esa es una palabra perezosa. Sin embargo, también puede ser una palabra que auxilia a quien de un de repente se le borra la cinta y colgándose del etcétera, sale del paso. Pues bien, según su duración existe la memoria sensorial y es aquella que conserva la información que recibimos a través de los sentidos durante un lapso muy breve. Toda la información sensorial externa como olores, imágenes, sonidos, sabores que permanece en la memoria un instante antes de procesarse y disiparse. Contamos además con la memoria a corto plazo que es la que utilizamos para examinar lo que ocurre, vislumbrar y poder reaccionar correctamente. Todo este proceso se produce de forma muy breve. Permite la retención, el razonamiento y la reflexión. Esta memoria facilita la memoria de trabajo o memoria operativa, que es la que nos permite acopiar y manejar la información guardada, así como asociarla con otras ideas. Entra en juego en la lectura y habilidades lógico-matemáticas, entre otros procesos. En contraposición está la memoria a largo plazo la cual nos permite almacenar información sin límites de tiempo como en la lucha libre o sin tener un volumen de capacidad. Los datos de la memoria a corto plazo pueden pasar a la memoria a largo plazo por medio de la repetición o de la asociación emocional. Ya si nos metemos en los tipos de memoria en relación a su contenido estos se dividen en tres grandes grupos, como lo es memoria episódica que se refiere a los acontecimientos concretos, a nuestras propias experiencias. Se trata de un contenido biográfico. Así, podemos recordar dónde estuvimos el domingo tres de marzo pasado o qué regalo nos hicieron por nuestro cumpleaños y claro, que no nos regalaron y quien no nos regaló ni una llamada. Esto sí no lo he olvidado, que conste. Aquí no para la cosa, ya que contamos también con la memoria llamada semántica y es la que incluye hechos, datos y conceptos, así como vocabulario. Enseguida está la memoria procedimental y es la que almacena habilidades y destrezas motoras, tal como lo es el caminar, conducir un carro, tocar un instrumento musical, y habilidades por el estilo. Junto con ellas, se encuentran memorias que se consideran atendiendo al nivel de consciencia como la memoria implícita que no necesita un esfuerzo consciente para recuperar la información como puede ser ponerse una camisa o abrocharte unos zapatos , a diferencia de la que si necesita un esfuerzo consciente en donde hay que echarle más ganitas para recordar, por ejemplo, la respuesta de una pregunta de examen de admisión o de un semestre o final o recordar un número de teléfono, que por cierto, en esto último, mucho la hemos dejado en el abandono por culpa de los aparatos móviles en donde al grabarlos nunca nos aprendemos los respectivos números sino que vamos a la fácil y buscamos, para llamarle a “el Chucho”, “Mi jefe “, “mi amor“, “hermana fulana“, “Toño el del barrio” y así es difícil aprenderlos. Aparte hay memoria para adelante y hay memoria para atrás, y esto no es un Pasito de baile. Me refiero a la memoria retrospectiva, es decir ,a usada cuando nos retrotraemos al pasado para recordar algo que ya sucedió, por ejemplo, a qué lugar de relajada moral y recomendable entretenimiento fuimos el fin de semana o la memoria prospectiva, cuando nos anticiparnos al futuro, sin ser precisamente clarividentes, para obtener información sobre algo que ocurrirá, tal como checar la audiencia de una audiencia , cuando serán las elecciones presidenciales o cuando será el próximo clásico en que el América volverá a ganarle a Las Chivas. Existe otra memoria o no sé si será alguna de estas que suelen llamarla memoria remota pero a mí, en lo personal, no me late mucho el término como que se presta, pa la orquesta y, vaya paradoja, nos hace recordar otra cosa o se cree que alguien no solo está bajo el influjo de una droga o de mucha droga de color verde al parecer marihuana y nos referimos a la memoria remota o re/mota. Total, por más que se reniegue de ella o se sufra con ella, o seamos felices con ella o se añore a ella o se sufra con ella o esta se pierda, la memoria es la posibilidad de vivir dos veces. Es, dicen, algo parecido a la nostalgia, que no es otra cosa más que el recuerdo de lo amoroso. Ya: todo me está quedando muy clarito: obvio que sí me acuerdo de muchas cosas, pero no como este o aquel la recuerdan. Las razones para esas diferencias en la memoria y en el recuerdo, son infinitas. Desde el olvidar por gusto, o por hacerse como que no lo recuerdan o recordándolo son tan cínicos que no le importa recordar a alguien con mucho reproche e indignación en el pasado como un corriente represor y recordarlo en la actualidad como un ciudadano ejemplar e imprescindible para nuestro país. Es decir, nadie recuerda lo mismo que el otro porque no somos una misma memoria y que bueno. Ya decía el recién cumpleañero Gabriel Garcia Marquez que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla” y “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Dos amigos estuvieron presentes en un feminicidio ocurrido hace muchos años en un bar de esta ciudad en perjuicio de quien en ese momento cantaba en la pista y fue privada de su vida por un tipo que le disparó por celos al tenerla enfrente. Uno dice no acordarse de nada, el otro me cuenta que la dama murió en los brazos de quien dice no recordar nada. A propósito de marzo, pero de 1973, un hombre de cincuenta años yace en el ataúd en la sala de lo que fue su casa. Después de muchos años, su esposa jura que la corbata que tenía el traje era azul, su hijo menor jura que era roja. Mi madre asegura que al nacer yo, pesé como cuatro kilos y medio y que por mi culpa ya casi se andaba muriendo. Yo, de ese 3 de marzo de 1966, no recuerdo nada porque estaba bien chiquito. De marzo de 2013 si y jamás se olvida. Bueno, hasta aquí los dejo, porque, de nuevo empiezo a olvidarlo todo y no lo quiero. Mejor iré en busca de una novela para no desentonar de la masa literaria. Si pueden, ustedes también consíganla y léanla si les da la gana como supongo que leerán esta columna. Ahí se las encargo y en agosto nos vemos. Por Miguel Ángel Avilés
Un par de días antes de finalizar el año 2023, murió María del Rosario Mendoza Chávez, la nayarita por nacimiento y sonorense por adopción . Puede que dicho nombre no le diga mucho porque ella fue más conocida como Rossy Mendoza. Supongo que ahora sí les dijo mucho. Un mes y medio después, fallece Aleksandra Aćimović Popović, es decir Sasha Montenegro, la actriz y vedette italomexicana. En el medio artístico y del espectáculo se vivió el luto pero también en la cultura popular, en especial en el sector másculino y para quienes fueron púberes, jóvenes o pubertos en los años setenta, se vivió un duelo que de repente pudo convertirse en íntimo recuerdo, maridaje nostálgico entre lo público y lo privado, entre lo autorizado y lo prohibido, entre la tentación al pecado y las ansias de pecar. Era la línea irrumpida entre una letra y la otra, A,B o C, una clasificación impuesta, de las cuales dependía sentirte un posinfante aún, o añorar la sombra de ese adulto que ya queríamos ser, para cruzar las cortinas y encontrar ,en penumbras, esa gran pantalla y ver a esas mujeres con un cuerpo en donde todo era grande. Rossy y Sasha eran vedettes, bellísimas vedettes en una época en donde ellas y, tantas y tantas encontraron la veta y la bonanza durante más de veinte años, en la pantalla grande y chica, a lado del batallón masculino a quienes no pienso mencionar ahora. Primera, porque no los ocupo para esta entrega y, segundo, por envidia, ya que los aludidos eran los galanes, amantes, esposos o libidinosos espectadores, en un cabaret de todas estas mujeres a las que uno solo veía aplastado en una butaca, mientras aquellos, por más actuación que fueran, se pegaban muy buenos escarceos con las mencionadas o con otras por el estilo como Angélica Chaín, Wanda Seux, Olga Breeskin, Lyn May, Princesa Yamal, Gloriella, Grace Renat, Jacaranda Alfaro,Thelma Tixou, Jacqueline Voltaire, Rebeca Silva y ya, como ejemplo basta, porque esto se está poniendo muy candente. Unas antes, otras después, pero era consideradas las vedettes más famosas de México y destacadas protagonistas en el llamado cine de ficheras, algunas de las cuales verdad o mentira, fueron relaciones con personajes poderosos en el país de ese entonces, mismos que formaban parte de una clase política rancia y de un par de sexenios de los que aún quedan secuelas y recuerdos pestilentes. En una definición genérica las vedettes eran las bailarinas o actrices principales de un espectáculo de variedades o teatro de revista: La palabra es de origen francés y en la actualidad se usa para nombrar a la artista femenina de un cabaret y todo lo que pueda ofrecer: revista musical, variedades, music hall, comparsas o burlesque. Según me han dicho, porque nunca me he parado en un lugar así, el propósito de una vedette en el espectáculo de cabaret o centro nocturno es la de entretener al público. Pero no solo eso, aparte tiene que saber cantar, bailar y actuar en un escenario y dependiendo de la calidad de su espectáculo, trayectoria o dominio de uno o más talentos escénicos o virtudes artísticas, se le considera entonces una súper vedette o primera vedette, como tantas mujeres en este país lo han sido. Guste o no, una vedette tiene que ser una mujer con un físico o una personalidad y carisma sobresaliente, hábiles para captar la atención del público y persuadir todos sus sentidos para que vuelva. Los que han ido a esos inmorales sitios, en donde las mesas son redondas, se está a media luz y ofrecen alcohol sin límite, aseguran que además del canto, baile y actuación, las vedettes incluyen en sus shows a destacados cuadros de bailarines, vestuario muy llamativo, e incluso, algún mago, un par de comediantes, o animales exóticos que puede mostrarse alrededor de su cuello o en donde les venga en gana. Por si fuera poco y aunque entiendo que para muchos de ustedes es secundario, algunas vedettes realizan desnudos y números de estriptis en el escenario. Estos espectáculos, repito, alcanzaron mucho éxito en los cabarets, teatros y centros nocturnos de hispanoamérica, incluyendo por supuesto a México y si quiere saber mas al respecto o traer a su memoria aquellos pasajes, esos nombres o una escena , les recomiendo el libro del reconocido periodista y escritor Jose Luis Martinez que se llama El día que cambió la noche: Memorias de un noctámbulo en la Ciudad de México. Pero si esto incita a presenciarse, a reservar lugares, a llegar temprano y pedir la primera copa, cerveza , ron o lo que los ponga alegre, lo que no resulta atrayente es que así como en la historia del bullicio hay auténticas vedettes, también exista el vedetismo. Sí,,vedetismo o esa Inclinación desmesurada a destacar y ser centro de atención, para lo cual se intenta todo lo que esté a su alcance,no importa que signifique el ridículo, el protagonismo en exceso, la pérdida de dignidad ,si de conseguir reflectores se trata, no le hace que sea para mal, pero intentan esto, eso y todo, ambicionando la designación o el triunfo para algún puesto, para un cargo, para un equipo y tan solo por querer ofertarse como la divina garza envuelta en huevo aunque no sea ni la mínima parte de lo aparenta. Esto del vedetismo sucede en el deporte, y en los espacios estudiantiles; en los centros de investigación, en tal o cual oficio y en otros, entre artistas y no se diga entre las profesiones, en donde, siendo la nada, o siendo una inminencia, al fin y al cabo para el caso esto no importa, de pronto levitan sobre el espacio de su narcisista superioridad Es un comportamiento que nos debe preocupar a todos como sociedad. No quisiera imaginarme cuando esas actitudes contagien a la distinguida clase política que tenemos , pues sería lamentable verlos escenificar estos actos según ellos muy decorosos, pero que frente a los ojos de los demás, se ven patéticos. Uno allá, bailando como gorila , otro en aquel lado visitando a las familias de una colonia popular, comer chiles güeritos como si fuese un gesto patriótico y horas más adelante, pernoctar en una casa humilde o de interés social ,durmiendo en un catre, aunque a los días siguientes resultes positivo al dengue nomas por creer que el número de zancudos que le picaban, sería proporcional al resultado electoral que lograría. No, por favor, eso no. Que nada de esto pase, porque sería lo último y ahora sí nos estuviéramos acercando a la perdición sin más remedio. Por Miguel Ángel Alivés Para empezar a escribir, pido un permiso primero y así poderles decir a esos que les da por la prohibición, que no hay narcocorridos, tampoco narco series ni narco literatura. Lo sentimos mucho pero no lo hay. Entiéndanlo: no se trafica ni con corridos, ni con series, ni con libros, para que anden usando el prefijo narco. De ser así, ya me hubieran detenido en algún aeropuerto, una central camionera o en mi propia casa, mientras veo la televisión, al cargar en mi maleta unos ejemplares de tales o cuales autores, o al llevar la más reciente producción de corridos tumbados o bien pudieran haber allanando mi casa para detenerme en flagrancia, es decir con las manos en la masa, justo en los precisos momentos en que veía El patrón del Mal, El Cartel de Los Sapos o Rosarios Tijeras en su enésima temporada. En todo caso hay en el género del corrido o en la literatura o en las series, la decisión de abordar el tema del narco y a mi parecer, no son determinantes para considerar una relación causal entre todo esto y la conducta delincuencial o antisocial de alguna gente. Hay corridos que hablan sobre el narco o el narcotráfico para no caer en lo mismo y hay libros cuyo tema es este mismo asunto al que alguna vez nomás lo llamábamos contrabando, por más que del dinero y de Camelia, ya jamás se supo nada. Es decir, en caso de que, en su momento fuesen personajes de carne y hueso, a quienes salieron de San Isidro procedentes de Tijuana y que traían las llantas del carro, repletas de hierba mala, o sea, me refiero a Emilio Varela y a Camelia, La texana, o sea Doña Agustina Rodriguez, a ellos sí habrían de procesarlos por delitos contra la salud en la modalidad que corresponda, pero no vayan a querer abrirle una carpeta de investigación a Don Angel González, compositor de esta canción o acusar de asociación delictuosa a Los Tigres del Norte por interpretarla, o a uno y a otro por andar haciendo apología del delito. Que no sean hipócritas los que culpan a la existencia de esta música o estas series o estos libros como razón o causa de lo que está ocurriendo. Mucho menos es algo reciente como para pensar que estas expresiones musicales son la consecuencia del fenómeno que vivimos. Música sobre el narco o música con esa letra existe desde años y no vamos a culpar a estas por lo que hoy vivimos. Desde el corrido del Pablote, el primer corrido sobre el narco escrito en la víspera de los años treinta e interpretado aguardentosamente por el Charro Avitia, pasando por contrabando y traición , carga blanca y otras acaso solo tendríamos que cuestionarle, en algunos ejemplos actuales, su malísima calidad y listo. "Llegaron los policías/ cuando todo había pasado/Y entre un charco de sangre/ estaba Pablo tirado". Que se dejen de cosas . Ya les dije : ese gobernador MALOVA lo intentó y aparte de sus tonterías, nada lograron. Sí la influencia de esta música fuera en realidad el motivo de nuestras calamidades, yo ya hubiera muerto de cirrosis hepática pues escucho a José Alfredo Jiménez, a Cuco Sánchez y a Javier Solis desde que tengo uso de razón. También fuera uno de los más buscados luego de encumbrar como el gran capo de capos, por culpa de esos apologos Tigres del Norte que por tantas veces escuché bajo las frondosas matas de Almendra en el criminoso patio de mi casa. Esto no sirve para la prevención del delito, pero el Estado, por incapaz suele mantenerse de puras ocurrencias y a la vez, como no queriendo la cosa, de su intromisión. Bien lo dice el jurista y estudioso de la ciencia social, José Cuitláhuac Castro al opinar sobre el tema: "Precisamente la "libertad" es lo que está en juego. El único que debe decidir lo que escucha es el ciudadano, el Estado no puede suplantar el libre albedrío de los ciudadanos. Si acaso, pueden indirectamente incidir en elevar el nivel de educación y cultura de la población. Pero como eso es un reto con el que no pueden, por eso proponen el prohibicionismo". Pese a ello, es de ese escondrijo en el que se guarece la ocurrencia y la innovación de donde salen ideas tan modernas para acabar con el problema como esa ya referida que surgida en Sinaloa, decretó, mediante algunas reformas a la ley de alcoholes, la prohibición de escuchar corridos de mafiosos y contrabandistas como si la culpa fuera de los grandes de la música y no de los actores políticos que por años han ido llevando la seguridad de la gente al despeñadero, ahí donde hemos estado ayer y hoy m, pensando el que hacer, cada uno en su lugar de acción, antes de que tengamos que dar el último paso y caer al precipicio. Lo que sí hay que admitir es que esa tan brillante propuesta sinaloense es también mágico y trágico, mágico porque está convencido que el hecho de que no escuchemos corridos incidirá en nuestra moral y tornaremos al rumbo del bien; es trágico porque esta visión simplista de la complejidad social indica que el propósito del bien común que debe ser la política anda de capa caída en todo nuestro mexicano territorio. Porque, salvo que los prohibicionistas tengan un as bajo la manga, no hay hasta ahorita prueba científica que diga que las preferencias musicales sean determinantes para formar una mente criminal. Pero a lo mejor esta gente está convencida, influenciada por el propio realismo mágico que, por ejemplo, los personajes de los corridos que canta el Potro de Sinaloa, puedan cobrar vida y luego se echen a andar de cantina en cantina para sonsacar a cuanto jovencito se encuentren libando en los tugurios de esos lares. Pero puede que más bien haya en estos políticos cierto temor de verse proyectado en uno de esos corridos que interpreta este popular cantante como ese que se oye así: “Todo llegó sin problema a donde estaba planeado/ y aquel jefe de gobierno hoy se encuentra retirado/ en dos o tres meses tuvo/ lo que nunca había soñado”. Está muy claro: se resisten a entender que el espectro del crimen, desde Cesar Lombroso hasta nuestros días, tiene una explicación mucho más compleja, como para que algunos le hagan caso a estas ideas y algunos recorran todo el país en ridícula pero muy arbitraria caravana, en busca de peligrosas rocolas y discos para quemarlos en la hoguera o de ir a la caza de humildes grupos norteños y agarrarlos seguramente en flagrancia justo cuando estén interpretando la sonsacadora, apologética canción de “Chuy y Mauricio”. Si esta relación causa-efecto que propone la corriente malovista fuera verdadera, yo, por ejemplo, no estuviera aquí escribiendo esto, (lo cual ustedes agradecerían), ya que tal vez me estarían atendiendo en el mejor hospital de la localidad, de una avanzada cirrosis hepática como consecuencia de lo que les dije. A pesar de todo, les doy el beneficio de la duda, y como el tolerante que soy, me pongo a imaginar la preocupación de este representante de la vanguardista política criminal que impera en México y lo veo en su cuarto en penumbras, con un reloj cucú a un lado de una lámpara programado para sonar a las cinco de la mañana, un crucifijo en la pared, una mujer en bata color azul durmiendo a su lado pero de espaldas y él, inquieto, dando vueltas en la cama y justo cuando faltan dos horas para que suene el cucú, se levanta sobresaltado, porque le ha nacido la gran idea para acabar con la violencia: prohibir terminantemente que la plebe escuche mas corridos, porque es ahí donde radica el nacimiento de este flagelo del narcotráfico que sacude a México. Pero otra vez la realidad se impone y su lógica no me cuadra. Mis propias experiencias de niño son ejemplos en contra de su teoría, después de haber visto desde los seis años como mi madre desnucaba gallinas, descabezaba guajolotes y, con la asistencia de un tío, apuñalaban sin misericordia cada medio año al puerco en turno, de tal suerte que, si el razonamiento de esta propuesta tuviera sustento, mi madre en aquel entonces o yo en estos momentos fuera un peligroso militante de los Zetas. A pesar de su falacia, no ha impedido que tenga sus adeptos y apoyen su creencia. Uno de ellos, el experimentado criminólogo, Marco Antonio Solís “El Buky” hace unos años se puso la camiseta y, en tierras gabachas, declaró: “difundir narcocorridos es un asunto delicado pero creo que debe evitarse, porque contribuye realmente a la vulnerabilidad de la adolescencia, en esta época los chavos no están preparados para recibir este mensaje, no tienen criterio para discernir entre los bueno y lo malo: Mejor hablarles de amor y de cosas bellas…a mi no me da miedo tocar en México porque hay una paz que poca gente conoce, pero desgraciadamente, las imágenes de la paz casi no salen en la televisión”, concluiría el mejor intérprete de Casas de Cartón, como si esto del narcocorrido fue un asunto reciente cosa que me parece muy injusto para Los Tigres y no se diga para los autores del corrido del Pablote. Debo de precisar con este tema que si los prohibidistas están en lo cierto, yo seré el primero en hacerle un desagravio público, pero también el primer preocupado, porque si el gusto por una canción induce y puede provocar un mimetismo en la conducta de la persona, entonces en Los Pinos tuvimos un potencial parricida ya que el señor Calderón una y otra vez dijo, casi tomándola como himno, que su canción favorita (y la cantaba muy feo, por cierto) era el Hijo Desobediente y este corrido en su parte medular dice: “Quítese de aquí mi padre/que estoy más bravo que un león/no vaya a sacar la espada/y le atraviese el corazón. Ya en serio, compatriotas: antes de andar tras las letras de unos corridos y sus apólogos intérpretes , habría que ver en su integridad política, económica y social, al país en el que estamos viviendo: tan mágico, tan trágico, del cual sólo espero que no toquemos fondo en esto de la desfachatez y que un día ya próximo no vaya a salir un ilustre y de plano formule una iniciativa de ley para modificar el escudo nacional y el día de mañana, dios no lo quiera, veamos en esa emblemática figura, a un sicario arriba de un nopal, ejecutando a una serpiente…. Por Miguel Ángel Avilés
Usted seguramente se acuerda de él. Yo también. Era un personaje, entiendo que solitario, un tanto imaginario, mucho de verdad, pero muy efectivo para que nuestro papá o nuestra mamá lograran su objetivo amenazándonos con que nos llevaría aquel, si no hacíamos tal o cual cosa. Hablo en singular porque así lo trataban- " te va a llevar un " robachicos " " vas a ver, ahí viene el robachicos" pero nunca supe si se trataba de uno solo que recorría toda la República Mexicana para robarse niñ@s malcriados, pues nunca supe que se pudiera llevar a los que se portaban bien o era una banda muy grande tan bien organizada que había una representación o una delegación de roba chicos por estado o por cada entidad federativa o si entre ellos resultaban electos por el principio de mayoría relativa, por el principio de primera minoría o por la el principio de representación proporcional y luego hacer sus fechorías en el distrito que ganaran. Como fuera, lograda la intimidación de nuestros padres, nos quedábamos encerraditos en casa o si llegábamos a salir, lo hacíamos bien ariscos, con la paranoia de toparnos con él cien metros adelante o al doblar la esquina o al regresar de la escuela o al volver de la casa de un amiguito o del retiradito lugar al que no nos habían dado permiso de que fuéramos. Para mi fortuna, jamás fui víctima de ningún robachicos y tampoco recuerdo que se hubieran llevado a un amigo, amiga, vecina o vecino. Sin embargo, mientras eran peras o manzanas, y paniqueados por culpa del páter familia, nunca estuvo de más pegar el revire de vez en cuando, a fin de descartar toda sospecha o, llegado el caso, reaccionar de inmediato si alguien se acercaba con mala intención y darle en la cabeza con la mochila que pesaba como doce kilos o echarle un puño de tierra en los ojos o aventarle con el raspado de tamarindo que nos veníamos comiendo. No obstante, si bien los promotores de ese sujeto lo pintaban como lo más indeseable, nadie pudo darnos a conocer algún retrato hablado que nos ayudara a identificar a cualquiera que se pareciera a esos trazos, y por supuesto que ninguno sabía de don Cesarin Lombroso como para tener una referencia sobre los delincuentes natos, pero, de acuerdo al tono clasista de como los pintaban, estaba claro que no se parecían al entonces un galán Andrés García o a Ricardo Blume en Mundo de Juguetes, por tanto habría que sacarle la vuelta al que se pareciera al Charro Avitia, a Díaz Ordaz, al ex gober de Puebla Mario Marín, al Cavernario Galindo, a una tía mía o a Fernández Noroña recién levantado. Pero aunque todo sonaba a mera fantasía y pudiéramos suponer que tus padres y los míos, se mal viajaban echando mano de sus virtudes literarias, creando a esos personajes, esto no era mera ocurrencia ni recomendaciones en el aire ,pues ya para entonces, más de un niño o niña, había desaparecido en la colonia o en un abrir y cerrar de ojos ya no le tomaban de la mano al papá y desde ese instante se desconocía su paradero hasta ser encontrado por la policía o para siempre. Quiero decir que sus consejos no partían de un infundio o de una entelequia para poner en práctica su capacidad creativa. Si bien a menor escala, tanto en época como en región –hablo de los años setenta y de la capital sudcaliforniana – no se estaba exento de los robachicos, un término que, de acuerdo al libro sobre este tema escrito por la doctora Susana Sosenski, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, surgió a principios del siglo XX, en la época porfirista y es alrededor de 1900 cuando la prensa empieza a dar cuenta de esta palabra, la cual es un mexicanismo que también llega a otros países del continente americano. Según la autora, por esa época, se reportan desapariciones de niños en la Ciudad de México y se revela que están siendo secuestrados por traficantes de personas que los llevan a trabajar a las haciendas henequeneras en Yucatán. La prensa hablaba de alrededor de 400 infantes que eran metidos en camiones y en trenes para transportarlos hasta dicho lugar, acciones que eran del conocimiento de funcionarios del gobierno porfirista. Si bien era entendible la preocupación de mami y papi y su temor fundado de que alguien o algún escuadrón nos secuestrara y por tanto nos exhortaban a tener cuidado, ya en el terreno de lo social, por un lado se generó cierta exclusión de la infancia de las calles al considerarse que no era segura para esta sino nada más para los adultos y por otro, se crearon estigmas o estereotipos que pudieran considerarse racistas ya que al caracterizar a los miembros de estas bandas, sin tener la certeza de sus dichos, se hablaba de que eran hombres negros, indígenas, chinos e incluso se decía que eran gitanos, causando así una postura de linchamiento o animadversión en contra de quienes llenaran estos requisitos. Fue a mediados del siglo pasado cuando esta modalidad criminal ocupó más fuerte las páginas de los medios nacionales, cuando un niño de dos años y cuatro meses llamado Fernando Bohigas fue robado de su casa, ubicada en la calle Liverpool de la colonia Juárez de la Ciudad de México. Este caso causó revuelo a nivel nacional gracias a la cobertura mediática, además de informársele en forma directa al presidente Manuel Ávila Camacho y a la propia comitiva de la campaña del candidato presidencial Miguel Alemán Valdés. Al menor se le rescató, gracias a un trabajo de investigación impecable que ya quisiéramos que esto pasara en la actualidad y los responsables, una pareja de casados que no podían tener hijos, tuvieron que pagar su culpa , no quedando ahí esta noticia ya que con motivo de estos hechos se filmó la película Ya tengo a mi hijo. Esa peligrosa ánima o ese individuo con el que muchas veces nos pudieron asustar y sobre todo su configuración abstracta, impersonal, entre mito y realidad, también de cierta forma auspiciaba la ignominia del Estado y el tirarse a la hamaca en cuestiones de prevenir y erradicar estos delitos pues entre que no asumía su responsabilidad de perseguirlos en serio, tampoco reconocía que en la planeación y en la comisión de los mismos, los cuerpos policiacos confabulaban junto con la otra delincuencia para que el robo de infantes o el secuestro creciera, goloso, alimentado por la impunidad. El para qué o con que fines se lleva a cabo este delito, creo que ahora son mas las razones y si antes lo era para pedir rescate o para venderlos o ponerlos a trabajar en campos agrícolas, ahora tenemos que sumar al narcotráfico, la adopción ilegal, la prostitución infantil, la trata de blancas, la pornografía infantil, el reclutamiento en el crimen organizado y más, con el lamentable ingrediente de que la cifra ha aumentado y la franja por edad ni se diga, salvo que se quiera culpar de dramatismo a las redes sociales en las cuáles, a diario, podemos ver los anuncios de búsqueda o de levantamiento de la alerta ámber ya no solo de niños y niñas, sino de adolescentes y mayores de edad no sin noticias informando que la víctima fue encontrada muerta. Es una realidad alarmante que ha estado en constante aumento, generando preocupación tanto en lo nacional como internacional y las cifras muestran una tendencia que no vale ya procrastinar sino que tiene que abordarse de manera urgente. Según los propios datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública hasta agosto de 2023, se han reportado 52 casos de secuestros de menores en el país. Estas cifras son amenazadoras, ya que constituyen un aumento significativo en comparación con años anteriores de acuerdo a la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM). En particular, los cuatro delitos contra niñas, niños y adolescentes que han incrementado en el país entre 2022 y 2023 (cifras de enero a agosto de cada año) es la extorsión (de 189 a 197, un incremento de 4.2%),lesiones (de 11,383 a 13,330: un incremento de 17.1%), secuestro (de 35 a 52: un incremento de 48.6%) y tráfico de “menores” (de 3 a 4). Esto no únicamente representa una amenaza grave para la seguridad y el bienestar de la juventud mexicana, sino que también tiene un impacto profundo en sus familias y comunidades. Es fundamental que las autoridades tomen medidas efectivas para prevenir y abordar esta problemática de manera decidida. No olvidemos que el Estado mexicano, sea cualquiera el sexenio o sean cualesquiera las cifras partidistas que gobiernan, tiene la responsabilidad de garantizar la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes, de acuerdo con los compromisos internacionales asumidos, como la Convención de los Derechos del Niño. Esta convención establece claramente que se deben tomar todas las medidas necesarias para prevenir “el secuestro, la venta o la trata de niños para cualquier fin o en cualquier forma”. Además, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes establece que las autoridades deben colaborar en la localización de menores que hayan sido sustraídos, trasladados o retenidos ilegalmente. Por leyes no quedamos y por discursos de buena voluntad tampoco. Pero el tema es tan grave, que ya no podemos dejarlo en manos de una sola persona, o de la confianza en una estampita o de la indiferencia o de un inútil aguacero de esperanza. Por Miguel Ángel Avilés
Así solíamos gritarle desde el graderío al hombre de negro que nosotros, a favor del otro equipo y lo llenábamos de insultos, desahogando así nuestra frustración, luego de ir perdiendo cuatro o cinco goles a uno. El rival era notoriamente mejor y lo habían dejado muy claro desde el principio, cuando a los cinco minutos habían metido un golazo que hasta nosotros aplaudimos. Pero eso no era posible decirlo en público ya que nos quedaríamos sin arma a la hora de ir a las instancias de impugnación de la liga para decir que aquello había sido un robo y que ese triunfo conseguido a la buena, debería de anularse o de lo contrario, el siguiente partido jugaríamos bajo protesta o cerraríamos la calle más transitada de la ciudad. Las cosas les habían salido mal y el central qué culpa tenía, él simplemente era el encargado de aplicar las reglas en un partido, dar constancia de lo sucedido en el mismo y cronometrar la duración del encuentro. Sus deberes y obligaciones están descritos en las Reglas del Juego, precisamente en la regla 5, desarrolladas y monitoreadas por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) —el organismo mundial que rige a las asociaciones miembro de este deporte— y la International Football Association Board . Esto no significa que puede haber un nazareno mal intencionado, no siempre depende de él para que uno gane y el otro pierda, nomás que a la hora que no puedes con el reto, y no eres capaz de aceptar que la realidad te pasó por encima, entonces lo fácil es apuntar hacia un tercero y culparlo de todo. " Fue el ruco " " Los otros jugaban peor" " Porque no decías nada cuando goleaban a otros" ' ..Y se los puedo probar " No siempre, dije. Pero aguanten, ahorita les cuento por qué lo dije. No me distraigan. Estoy hablando primero de los que, por sobre todas las cosas, jamás reconocerán que el árbitro nada, pero nada tuvo que ver para que en esos noventa minutos los adversarios - asi dicen hoy - les pegaran un baile y se alzaran con la corona. A fuerza de ser honestos, tendrían que admitir que las cosas no salieron como las planearon, que unos le echaron los kilos, pero otros no, que mientras la mayoría se entregó, el líder del equipo se tiró a la hamaca, como una diva y se dispuso a esperar el triunfo a mitad de la cancha. Es decir, si analizan a conciencia la repetición, se verá que el árbitro sí cometió pifias y se quedó dos tres veces lejos de la jugada, pero esto no trascendió en el resultado del juego. Aunque no las hubiera cometido, de todas maneras, pierden así, con esa contundencia. Si analizara así, insisto, pero difícilmente sucede. Tantos años consolidando un prestigio, para que al final no salgan las cuentas, eso sí debe de ser frustrante, lo cual se traduce en mucha ira que habrá de ser proyectada contra quien sea y que le diga que la derrota es hija de los errores propios y de nadie más y que debe de aceptar como machito lo que venga ya que de no hacerlo, aquella lucha será desmeritada, desgastando a todo el equipo, y no se llegará a nada. Ahora bien, yo puedo hablar de este caso aislado e irrepetible, pero si ellos no tuvieron razón o, más bien, fueron usados por la directiva o su líder ya llegará la forma de cobrárselo. Es que no se vale andar culpando a otro de los sucedió o no sucedió debido a nosotros, pues de lo contrario se pensará que el trabajo de un árbitro es un asalto en despoblado cuando no se gana, y será un ente maravilloso cuando se triunfe. Es decir, no se vale si lo que acusas es una nimiedad o carece de evidencia alguna para acreditarlo y al no lograrlo, te frustras y no buscas a quien te la hizo sino quien te la pague. La cosa es distinta si antes de darte a la tarea de acusar, primero buscas tener los pelos de la burra en la mano. Eso puede llevarnos años o de un momento a otro, pero conseguido el material probatorio irrefutable, nada ni nadie podrá decirle que no o nadie podrá negar defensiva o cínicamente lo que le imputa. Por eso les decía arriba, "no siempre" y es que estaba dejando para el final, la otra cara de la moneda, que, para tristeza de muchos de sus seguidores, está a cargo del Barcelona, sí, el gran equipo español que, de verse disputando un partido en el estadio, de tiempo para acá, enfrenta un rudo juego en una cancha judicial. Resulta que un juez español, Joaquín Aguirre, acusó al club y a dos de sus expresidentes de soborno por realizar alrededor de EUR 7,3 millones en pagos a uno de los más importantes árbitros del país. Ya incluso la Policía española allanó las oficinas de la federación española de fútbol para encontrar más pruebas relacionadas con los pagos a José María Enríquez Negreira Por eso ya se identifica a este problema como el caso Negreira. Tenemos que de 1993 a 2018, Negreira fue vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros de España, que forma parte de la Federación Española de Fútbol. El Barça está acusado de sobornar al jefe del órgano arbitral entre 2001 y 2018. El mencionado juez dijo que es lógico suponer que los pagos que el Barça hizo a Negreira "produjeron los efectos arbitrales deseados por el F.C. Barcelona, de tal suerte que debió haber desigualdad en el trato a otros equipos y la consiguiente corrupción sistémica en el arbitraje español en su conjunto". ¡Bóitelas! Así las cosas, señores y señoras, el Barcelona, fue acusado de presunto soborno por pagos, valorados en más de 7 millones de euros (7,3 millones de dólares), a empresas propiedad del ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), José María Enríquez Negreira, quien ha Anteriormente fue árbitro en la primera división española. Y ahorita no les podré contar en que ha quedado todo, eso les corresponde averiguarlo a ustedes, pero aquí no bastó que el acusado se limitara a negar todo y listo. No, el señalamiento era muy delicado y como tal se tomó y enseguida se pusieron a buscar lo que hubiera de pruebas y sancionar en su momento a quien sea responsable. En ambos ejemplos bien valía el grito de "¡Arbitro vendido!" Pero en uno era en sentido figurado o imaginario. En el segundo caso, todo indica, si es literal. ¡Arbitro vendido! Por Miguel Ángel Avilés
Si la sanción ya de por sí es polémica, los métodos utilizados para ejecutarla, son peores. Después de usar la inyección letal en el 89% de las ejecuciones desde 1977, ahora es la “hipoxia de nitrógeno”, un método polémico y cuestionado, la que se utilizó el jueves pasado por primera vez en la historia de Estados Unidos, para quitarle la vida a quien llevó por nombre Kenneth Eugene Smith, un condenado a muerte desde 1989 por cometer un asesinato a sueldo en Alabama. De acuerdo a los reportes oficiales, Smith y otra persona, llamada John Forrest Parker, fueron hallados culpables de haber apuñalado y causado la muerte de Sennet después de que el esposo de ella, Charles Sennet, un predicador, les pagara por cometer el crimen. Resalto el dato porque si bien no comulgo con el tipo de pena, tampoco significa que aplauda estos hechos y sin realmente eran culpables, entonces no ganó la impunidad. De esa forma Eugene Smith, por cierto, homónimo de quien fuera un destacado reportero fotográfico estadounidense, inhaló nitrógeno hasta quedarse sin oxígeno y luego morir. Yo no sé cómo llamar a estos modernos verdugos, si obstinados, pertinaces, tercos, sádicos, crueles o perseverantes ya que de este día en que por fin cumplieron su bíblica misión, Kenneth Eugene Smith, hacia atrás, ya le entendía a eso de caminar hacia su muerte y entrar a una cámara de ejecuciones. Es que, en noviembre de 2022, todito estaba previsto para que recibiera una inyección letal, pero los "hombres" de capucha de un centro penitenciario en Alabama no lograron acabar con su vida al fracasar los repetidos intentos de insertarle una vía intravenosa. Es decir, palparon y palparon y nada que se visualizaba la vena. Realizaron un masaje y otro y otro en dirección al flujo sanguíneo y Tampoco. Le pidieron al condenado que cooperara abriendo y cerrando la mano y también fracasaron. Buscaron otra vena en la misma extremidad y en otra y todo fue inútil o todos fueron inútiles, que no es lo mismo, pero no consiguieron su propósito. Hagan de cuenta que les corresponde tirar un penalty, con el portero amarrado a uno de los postes y lo fallan echando el balón para donde a nadie le importa. Lo vuelven a intentar - el portero se durmió a un costado de la portería- y mandan el balón a las gradas. Lo tiran una y otra vez y nada un fantasma recorre Europa de la prisión: el del Chino Huerta. Sí, el de Smith fue uno de los tres intentos fallidos de inyección letal desde 2018 en Estados Unidos en los que los condenados sobrevivieron. Resulta que el procedimiento debió ser suspendido después de que sus administradores enfrentaron problemas para encontrar una vena y colocar la vía. Eran como las 11:20 p.m. y la ejecución de Smith fue cancelada "debido a las limitaciones de tiempo resultantes de la tardanza de los procedimientos judiciales". Eso dijo el departamento penitenciario en un comunicado, añadiendo que los protocolos necesarios para llevar a cabo la ejecución "no pudieron realizarse antes de que expirara la sentencia de muerte". A mi parecer debió de ser cancelada para siempre. El no tuvo la culpa que la ejecución de la pena fallara y pensando en voz alta, no sé si esta acción, merecía una discusión jurídica sobre el asunto de ejecución de penas. Esta semana lo intentaron con la hipoxia de nitrógeno y por fin le dieron al clavo. De seguro les vino el alma al cuerpo al sentir que el estado no había vuelto a fallar y la pena estaba cumplida. Pienso en lo que hubiera pasado si, así como la inyección letal, el controvertido y mentado nitrógeno también les falla. Sedientos de muerte, estos ejecutores de cuarta recurren a picota en tonel, al toro de Falaris, al aplastapulgares, al potro, a la cuna de Judas, a la doncella de hierro, a la salsa de las pizzerías mexicanas, a mil audios de los discursos de Trum o de cualquier otro desquiciado entre sus pares , hasta que este pobre hombre se quedara dormido para siempre y los del jurado, todos felices y contentos. El fusilamiento, salvo la mejor opinión de Torri,no creo que hubiera sido buena idea. El estado es moderno tiene un pensamiento humanista y eso de disparar a mansalva en contra de una persona con los ojos vendados que no los puede ver ,solo ocurre en los países tercermundistas, muy proclives a la barbarie. Además siempre me ha parecido de muy mal gusto eso de llevarlos a cabo en la madrugada como si de la hora dependiera su efectividad. Es el colmo. Porque si ya lo fusilarán, al menos denle todo ese día y programen su gran aporte en persuadir conductas delictivas, en la noche, diez, once p.m., por sugerir algo más racional y sensato. En México, ya ven, nunca dio resultado, acaso nomas apagaba reclamos populares ,en coyunturas a la alza en delitos de alto impacto, como sucedió en junio de 1957 en Hermosillo, última ejecución en el estado, la penúltima en el país, cuando le pusieron fin a la vida de Zamarripa y a Corrales, más o menos como lo reconstruimos, por si les interesa buscar en Google, en esa crónica llamada Tres Modos de Morir y Una Misma Historia, que incluye una entrevista con el juez ejecutor, Alberto Ríos Bermúdez. Tanto en Sonora como en otros estados derogaron los artículos que contenían esa pena y fue hasta el 9 de diciembre de 2005, durante el sexenio foxista que fue abolida y borrada de la constitución. Esto dijo el de Guanajuato: "Este día quedará grabado en la historia nacional como aquel en el que México se unió a los países que tienen en el respeto al derecho a la vida, uno de sus más altos derechos, la pena de muerte es contra los derechos humanos, por eso el gobierno ha hecho una defensa firme de los mexicanos sentenciados a muerte en otros países". Para alcanzar esto, tuvieron que pasar años y años y años, si consideramos que los antecedentes históricos de la pena de muerte en México se remontan a las culturas precolombinas, como la azteca y la maya, en las que se aplicaba para múltiples delitos: embriaguez, ofensas a los padres, adulterio, incesto, robos, prácticas homosexuales y homicidio, entre otros, segun rezan las notas al respecto. Ya se ha dicho mucho y resumo con esta cita que plagio: "la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante. La pena de muerte se aplica de forma discriminatoria. Se usa con frecuencia contra las personas más vulnerables de la sociedad, incluidas las minorías étnicas y religiosas, los pobres, y las personas con discapacidad psíquica". Es correcto y lo suscribo. Desde la inquisición, antes y después, hasta llegar al pasado jueves de la asfixia con nitrógeno, todo será inútil y los objetivos que con ella se pretenden, jamás se lograrán. Bueno, uno de estos sí: Eugene Smith, como Zamarripa y Corrales y tantos más ejecutados, nunca de los nunca, volverán a delinquir. ¡Bravo!: esta pena sí que es infalible. Por Miguel Ángel Avilés
*__Tuve un sueño anoche_ _Y yo otro_ _Bien, ¿y qué soñaste?_ _Que los soñadores suelen mentir.”__ ( William Shakespeare)** El miércoles pasado cené tarde y en exceso como no lo hacía desde que, años atrás, mi nutriólogo y mi instructor en el gimnasio me lo prohibieron. Las consecuencias resultaron funestas al dormir, pues durante toda la noche tuve pesadillas y cuando por fin el diablo me autorizó despertar, juré, aún bañado de sudor, que en cuanto la inflación, el litro de la gasolina y el precio del tomate me lo permitan, lo necesite o no, me pondré la manga gástrica y listo, asunto arreglado, a cumplir uno que otro antojo y pernoctar como un bebé. Para que entiendan la magnitud de lo vivido, les resumo diciendo que fue como un popurrí muy pero muy selecto de alucinaciones raras, tanto así que estuve a punto de notariar la promesa de que, en este torneo que apenas empieza, me volvería cruzazulino, escucharía de un jalón todas las grabaciones de Natanael Cano y haré una detecti comercial igual de ridículo como los de Dante Delgado, si en ese momento se marchaban todos los fantasmas y me dejaban en paz. Supongo que estos se apiadaron y pude volver en mí, horas más tarde, cuando el sol ya entraba por esa rendija de la ventana y el Pushi clamaba exigiendo su desayuno, nada más que, al tratar de hacer un corte de caja sobre todo lo vivido por andar cenando de más, no recordaba los episodios que ahora son tema para esta entrega. Corrijo : no recuerdo y sigo sin recordarlo todo. Ya intenté eso que sale en las películas, cuando alguien pierde la memoria y para recuperarla, requiere de un trancazo en la cabeza, pero todo ha sido inútil y no pienso estar aquí de masoquista pegándome contra la pared, con el riesgo de desnucarme para saber que tanto hicieron de mi esos esos capítulos en los que estuve en los brazos de Morfeo. Pero gracias a dios, nada es para siempre y justo cuando escribía el final del párrafo anterior, llegó una especie de recordación, digamos como si alguien no pudiera con su inconsciente por más dañado que esté y un duendecillo valiente, con la pericia que tiene para con los pianos mi amigo Jorge, o una neurocirujano frente al paciente con el cráneo abierto, se puso a reconstruir uno a uno los hilitos y miles de fibras microscópicas , hasta completar todo el rompecabezas vivido en esos sueños o casi todo. A riesgo de no ser preciso, recuerdo que estaba en uno de tres debates que llevaría a cabo una autoridad electoral de no sé qué país del primer mundo, solo que no alcanzaba a distinguir la cara de los participantes ni mucho menos si eran mujeres o eran hombres, pero a diferencia de otros que había visto en los años recientes, este tenía la peculiaridad de que el formato era como una especie de ejercicio de autocrítica de cada uno de ellos en los días previos a una contienda. El recinto para tal ocasión estaba en penumbras y en lugar de un moderador, se encontraban presentes un par de tipo quienes era los encargados de controlar un polígrafo y todo lo que este aparato conlleva, amén de lo cuestionable de los resultados que arroja y de lo certero que esté siendo yo al contar parte de mis pesadillas, capaz que estoy todavía confundido o lo que sigue de confuso y lo que yo pensé que era un detector de mentiras, era una estufita, un combo de juguetes sexuales o las luces del arbolito de navidad que todavía no han guardado. Aquello no parecía abobar a la democracia, más bien era muy opresivo , pero según el instituto electoral de esa nación, resultaba ser lo más vanguardista y lo más genuino para que cada participante sacara su verdadero yo pues cada uno hablaría de sí mismo y se hiciera pedazos él sólo sin esperar a que en la primera oportunidad lo consiguieran sus rivales. Una vez prendido el detector, el aspirante a colgarse la banda presidencial no hablaría de promesas, ni arremetería contra quienes estaban a su lado sino que tenía que hablar desde lo más recóndito de su conciencia y dejando para otra ocasión la impostada oratoria , tenía que declarar con respecto a todos los muertitos que tenía guardados en el armario , siendo la más genuina confesión de estos lo que incidiría en la intención del voto ya que la madura ciudadanía al momento de sufragar, tomaría muy en cuenta su sinceridad y lo reprobable que sean los trapitos al sol que cada uno se sacara. Si no mal recuerdo, los niveles de preferencia de la gente se medían, preguntándole por el teléfono, al final de ese raro debate, quién de todos o todas les pareció que no se guardó ni una leperada que hubiera realizado por ahí y que arrojó todo lo que arrastraba desde que empezó a militar en las juventudes de su correspondiente partido, nomás que en mis pesadillas no se les llamaba así, partidos, sino les nombraba con un nombre italiano que ahorita sinceramente se me olvida. Lo que sí me quedó muy grabado fue la justificación de porque ese ejercicio y ya no esa anacrónica manera de organizarlos. Una voz femenina en off, pero en y una lengua extranjera, decía lo que a continuación traduzco: “En la actualidad, esa parte de la autocrítica se olvida por completo cada vez que hay un debate y no se diga durante el tiempo que dura la campaña, menos cuando son ya servidores públicos. El que acusa (al otro, desde luego) siempre lo hace desde el púlpito de su casi beatificación; él y solo él es la gran opción y sus oponentes representan la peor calaña. El adversario es el que obstaculiza su gran labor, mientras que ellos son el ejemplo a seguir entre todas las legislaturas que hayan existido”. “Actualmente los debates, en teoría, tienen un formato para que impere el orden, para que haya un sano intercambio de opiniones, para que los candidatos abran su fuente inagotable de ideas y aquello sea una encerrona de altura. Pero nadie lo respeta. En cuanto se medio presentan y el moderador les indica el tiempo que tienen para disertar como los grandes estadistas todos empiezan a sacar tarjetitas, los buenos modales se olvidan, vienen los descantones cantineros, comienzan a resaltarse las virtudes propias, tienen una solución a cada problema y una vez hecho lo anterior, se van sobre el contrincante y lo acusan de maldad y media, sin importarles que unos meses atrás hubiera coqueteado con él para una alianza o unos días después, presumiendo su pluralidad, lo anuncie como el hombre más probo de su gabinete”. El electorado no olvida ejemplos como los siguientes que a la postre eran tediosos y desalentaban el voto: _ Aquí tengo este documento (y lo pone frente a la cámara como si pudiéramos corroborar su autenticidad desde nuestra casa) donde el candidato… (Aquí le sigue un adjetivo como “oficial” “de la violencia”, “del continuismo”, según sea el caso) donde hace quince años le extendió una carta de recomendación a fulano de tal que ahora está en la cárcel por haber atropellado a una viejita. _ Ahora vienes a presumir de tu decencia, pero cuando fuiste alcalde de San Loquesea te llevabas a tu casa todas las lámparas que eran para el alumbrado público. Hoy vienes aquí diciendo que acabarás con la corrupción, pero ya no te acuerdas cuando tu esposa se puso a vender todas las cobijas que eran para los damnificados del chubasco que azotó el año pasado. _ Aseguras que acabarás con el nepotismo y que no solaparás las influencias de nadie, pero te niegas a reconocer que tres de tus nueve hijos cobran como aviadores en el Municipio que preside tu compadre, otro bueno para nada. * Esa misma noche el comité de campaña de cada aspirante pagaba un desplegado carísimo que aparece a la mañana siguiente, nomás para decir que el debate lo ganó su candidato y que, de plano, los otros, deben de declinar antes que ese hombre de Estado les pase por encima. Todo eso solo provoca el abstencionismo, cunde el hartazgo y al final el famoso debate termina por no servir para nada. Por eso consideramos que la autocrítica sincera, francota y con el corazón en la mano, puede ser la opción que salve esto. Cuando menos ya sabríamos a qué atenernos y no nos desgastaríamos acusándolos de esto y de aquello tal como lo hacemos ahora. En este nuevo formato, cada uno de los candidatos o candidata irá pasando al estrado a confesar sus fechorías y a reconocer las triquiñuelas que en el pasado se le han endilgado o haya sabido ocultar. Hasta aquí me acuerdo de esa explicación y después de lo expuesto por dicho audio hubo uno segundos de silencio, luego una campanada, y con los cables ya conectados a su cuerpo, dio inicio la pelea: El Turno es para el primero de la ronda: “_ Yo, candidato por el distrito fulano, soy un léro bien hecho y no debería estar aquí pidiéndoles el voto sino que debería estar en una isla, encarcelado. Mi carrera de bandido empezó cuando fui líder juvenil de mí partido, organicé la rifa de un carro para sacar fondos y remodelar el local que teníamos, pero no entregué el dinero, mi esposa se sacó el carro, y, por supuesto, nunca remodelamos el local del partido… más adelante fui subsecretario de desarrollo social y ahí hicimos mucho dinero porque la constructora que levantó los pies de casa para las gentes de las invasiones, era de mi papá”_. El Turno es para el segundo de la ronda: “__ Yo tengo treinta años viviendo en este Estado, que ya es para mí como segunda cuna… Llegué aquí porque venía huyendo de mi pueblo, pues entre un compadre y yo, asaltamos a un ingeniero cuando llevaba la raya para pagarles a unos jornaleros agrícolas. Cuando ya íbamos saliendo del pueblo yo asalté a mi compadre, le quité su parte y lo dejé amarrado en el tronco de una mata de mango. Por mucho tiempo me anduvieron buscando, hasta que una vez me animé, le robé todas las alhajas a la que entonces era mi esposa, las empeñe, me llevé su carro que por cierto tenía reporte de robo en el extranjero, en el trayecto lo vendí, junté una feria más y fui con un amigo que para entonces ya era subprocurador y desapareció mi expediente”_. _ El Turno es para el tercero en la ronda: “ __ Yo estoy encabezando las candidaturas de mi partido porque la mera verdad me ha parecido la forma más fácil de hacer dinero. Me corrieron de una preparatoria donde era conserje porque andaba acosando a las alumnas, y luego entre a la universidad como maestro de horas sueltas y al tiempo me dieron un tiempo completo. Fui maestro de todas las carreras de Sociales, es decir, de Ciencias sociales. “Fui” es un decir, porque en realidad nunca daba clases. A los pocos años me invitaron a participar en una planilla del sindicato y ganamos. Conseguí que le dieran a mi esposa la plaza que yo tenía y me fui de sindicalista. Ella tampoco iba a dar clases. Así estuve como siete años y, cuando perdimos contra otra planilla, mejor pedí una licencia, porque no quería regresarme a dar clases. Trabajé en instituto de estadística y geografía durante varios años, fui diputado suplente por un partido de izquierda, fui senador por un partido de derecha que se volvió de ultraderecha , renuncié a ese partido para venirme de Secretario de Educación hace dos sexenios, de ahí me fui a la contraloría como Secretario, a los dos años me fui a la subsecretaría de hacienda, al año volví a la Controlaría pero ahora a declarar porque me había instruido un procedimiento administrativo por malversar unos fondos para pintar escuelas cuando estuve en la Secretaría de Educación; me inhabilitaron dos años, volví a dar clases en la universidad mientras cumplía con esa inhabilitación, perdí ese trabajo porque me metieron a la cárcel por no pasarle la pensión alimenticia a mi ex esposa; en el sexenio pasado estuve como aviador en un municipio de la sierra y ahora con el nuevo gobierno he estado en tres secretarías pero en ninguna me he querido quedar porque tienen muy poco presupuesto. Hace un año puse una carnicería allá cerca del terrenito que tengo y también puse un cibercafé, pero eso me obliga a estar ahí trabajando todo el día. Me han hecho esta invitación para representar a mi partido y aquí estoy dispuesto a todo…y cuando digo a todo, es a todo. Así es que ya saben a qué se atienen conmigo"_. _ Todo lo anterior lo escribí de memoria y la mera verdad no sé qué tanto de los que dije sea verdad. Sin embargo, esto del nuevo formato del debate, creo que sería un parteaguas en la vida política de cualquier país. Mañana que esta columna esté siendo leída en Suecia o en Noruega, más de un representante popular se estará muriendo por hacer suya esta iniciativa. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
April 2024
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